¿Y para qué quiere Itálica ser Patrimonio Mundial?

23 de julio 2024 - 03:07

Solo los niños y los ingenuos creen en la Unesco. En Sevilla eso lo aprendimos cuando la Pelli. Recuerden: Monteseirín le dejó a Zoido el marrón de un rascacielos mediocre que rompía todas las escalas de la ciudad histórica; Juan Ignacio, que en la oposición aseguró que iba a desmochar la torre en cuanto fuese alcalde, a la hora de la verdad se plegó a los poderosos intereses que apoyaban la construcción del edificio, “una estaca clavada en el valle del Guadalquivir”, como dijo algún cursi; la Unesco, que amagó con incluir a Sevilla en su lista negra, terminó tragando. El organismo cultural de la ONU sólo le echa testículos cuando se trata de molestar a los yankis (hasta para eso es antiguo).

Como publicó ayer en este periódico Juan Parejo –siempre en el filo de la noticia sobre el patrimonio histórico– las opciones de Itálica para formar parte de la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco se han enfriado notablemente. La principal razón es que se ha comprobado que el posible hallazgo en su recinto de un gran circo con capacidad para 80.000 espectadores ha resultado ser un bluf. Ya lo advirtió ese sabio arqueólogo y académico que es Fernando Fernández, pero hoy en día pesan más las ilusiones que las realidades, como en una noche de Reyes.

Muy probablemente Itálica no será Patrimonio Mundial, lo cual no es una buena noticia, pero tampoco pésima. Al fin y al cabo esta distinción sirve fundamentalmente para dos cosas: estimula las visitas turísticas y garantiza la vigilancia de la Unesco sobre la correcta conservación del monumento. Es evidente que Sevilla no necesita más turistas y que la Junta de Andalucía es muy consciente de la necesidad de conservar los restos de una ciudad que fue fundamental en uno de los procesos que configuraron a España tal como es hoy: la romanización. Aunque todo es manifiestamente mejorable (hasta la completa ruina de su propietario), tendríamos que ser muy catastrofistas para decir que Itálica está en peligro. El propio consejero de Cultura le contó a Juan Parejo que se ha puesto en marcha la consecución para el conjunto del que sería en Andalucía el primer Sello de Patrimonio Europeo que concede la UE. No me cabe la menor duda de que Bruselas es más eficiente que París.

Sevilla la Vieja (como se conocía antiguamente a Itálica) ha sido una fuente inagotable de belleza para Sevilla la Nueva, desde los mosaicos del Palacio de la Condesa de Lebrija hasta la Venus del Museo Arqueológico. Y lo seguirá siendo durante mucho tiempo. Aún quedan muchas sorpresas, con Unesco o sin ella.

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