Gafas de cerca
Tacho Rufino
Un juego de suma fea
Bellavista siempre fue un barrio con mínimas zonas verdes y pocos espacios libres. Sus más de 20.000 habitantes vienen reclamando históricamente recuperar el déficit de dotaciones que arrastra, más aún si lo comparamos con la ciudad de Sevilla. Mientras en Bellavista apenas alcanzamos 1m2 de zonas verdes por habitante, la ciudad suma más de 15m2.
El desequilibrio tiene la oportunidad de corregirse dentro de la operación urbanística del Cortijo del Cuarto, acordando con la Diputación Provincial, como titular de los suelos, incluir la ordenación con el “Pulmón Verde de Bellavista” sobre los viveros forestales. Facilidades que permitirían recuperar la relación del barrio con su espacio natural abierto hasta el río Guadaira y sin obstáculos. Para ello, los vecinos se han dirigido al presidente de la Diputación y al alcalde de Sevilla para que cuiden de sus anhelos, y esperan que se atienda su reivindicación mediante una respuesta coherente de parque “único”, y no fraccionado en partes desconectadas, o dividido entre nuevas carreteras, ya innecesarias en tiempos de descarbonizacion. El Plan Director en fase de redacción debe ser receptivo a este sentir.
El nuevo Pulmón Verde de Bellavista es un ejercicio de ética y de justicia territorial, una forma de mantener un justo equilibrio entre los deseos de un barrio necesitado de una renovación cualitativa de sus estructuras. Es tiempo de imaginar Bellavista como una población autosuficiente en sus dotaciones, que facilite un futuro más ilusionante y ambicioso, siguiendo los pasos de aquellos vecinos que lucharon desde el origen del barrio en mejorarlo, con la categoría de personas que conocí como D. Manuel Gózalo y los trabajadores de la antigua fábrica Uralita, que dejaron allí los mejores años de sus vidas. La ordenación no solo debe dar respuesta a las 5.500 nuevas viviendas, debe ser un proyecto para recuperar la dignidad de un barrio excesivamente castigado por la contaminación y la ausencia de dotaciones en espacios verdes.
Cinco serían las bases de partida de la ordenación:
En primer lugar, que todas las viviendas sean de protección pública y asequibles para los colectivos sociales que no pueden acceder al crédito de la banca.
En segundo lugar, un equilibrio para las dotaciones de parques con un Pulmón Verde en una posición Central, extendida hasta el rio Guadaira sin obstáculos.
En tercer lugar, orientar los desarrollos urbanísticos hacia los suelos de mayor valor ambiental, paisajístico, cultural y productivo.
En cuarto lugar, procurar mayores cuidados y dotaciones para recualificar el déficit que arrastra la población de Bellavista (no solo pensando en los nuevos residentes).
Por último, proteger sus tradiciones históricas, culturales y sociales, integrándolas dentro del Pulmón Verde.
La operación del Cortijo del Cuarto debe invertir las habituales “tendencias expansivas” y la garantía de rentabilidad económica que hacen gala los gestores públicos tradicionales, dando prioridad al desarrollo de las “Infraestructuras Verdes”, para que el barrio de Bellavista pueda alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible. La renovación cualitativa debe servir de estímulo para fusionar el desarrollo residencial con la movilidad sostenible frente a nuevas carreteras en la zona sur de la ciudad, estableciendo espacios de intercambio con el Metro integrado en el Bulevar de la N-IV, cuestiones clave que no debe obviar el Plan Director. Ya no se trata de hacer una plasmación estricta del PGOU vigente, sino iniciar un proceso de reacoplamiento entre ciudad y territorio mediante una planificación integral de las necesidades de todo el barrio.
En nuestra querida Sevilla, que declamó el insigne Chaves Nogales como la ciudad de la “Gracia”, y conociendo la sensibilidad social del presidente de la Diputación, no me cabe duda de que aprovechara la ocasión para superar las inercias técnicas y poner las luces largas para dar la respuesta esperada: vecinos, responsables de la gestion provincial y profesionales del urbanismo. Solo así veremos colmadas las expectativas que ofrece el Cortijo del Cuarto, como la única oportunidad del barrio para levantar cabeza y equilibrar sus dotaciones medioambientales, ya para siempre.
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