La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Los calentitos son economía productiva en Sevilla
La primitiva muralla de Híspalis adquiere su perímetro definitivo durante la dominación almorávide y es reformada en parte por los almohades, manteniéndose con escasas variaciones hasta la centuria decimonónica, aunque sus puertas y postigos fueron remodelados a partir del siglo XVI para adaptarlos a las necesidades de la gran urbe que controlaba el comercio con el Nuevo Mundo. A las doce puertas islámicas se añaden la Nueva a finales del siglo XV en la Resolana y la de San Fernando en el XVIII en el extremo de levante de esta calle, completando un total de catorce.
La conocida tras la conquista cristiana de Sevilla como Puerta del Sol se hallaba entre la de Córdoba y la de Osario, ubicada en la actual c/ Madre Isabel de la Trinidad y a pocos metros de la confluencia de la c/Sol con Santa Lucía. El origen de su nombre ha sido sometido a tres hipótesis, que en realidad están relacionadas: según la mayoría de historiadores, podría deberse a mantener la posición más oriental de todas y a entrar por ella los primeros rayos solares; según Rodrigo Caro, el enclave había estado consagrado desde antaño a nuestro astro rey; según Félix González de León, la causa radicaría en la presencia de un gran relieve en el dintel de la puerta representando al Sol. Su estructura era muy semejante a la Puerta de Córdoba que aún podemos contemplar junto a la iglesia de San Hermenegildo, siendo una torre-arco en recodo que fue reconstruida en 1595 como relataba una lápida conmemorativa hoy desaparecida. Es de consenso que no era uno de los viarios principales, lo cual concuerda con diversos datos documentales que informan de su escasa ornamentación y de su tapiado en 1836 dentro de un proceso de fortificación defensiva en periodos históricos convulsos. Conectaba hacia el este con los doscientos veinte y cinco metros de muralla que persisten en los Jardines del Valle y los más de cincuenta que permanecen ocultos en casas de la zona, pues gran parte de la cerca hispalense no fue demolida y quedaría embutida en edificios posteriores. La Torre del Sol –una de las más altas de la villa– se erguía orgullosa a su lado, como muestran ciertas pinturas y grabados.
Al igual que he manifestado en otras ocasiones, las doce puertas de la Sevilla antigua desaparecidas poseían gran belleza y fueron eliminadas debido a desmedidas ansias de renovación. Estos anómalos procesos en los avances necesarios para su adaptación a los nuevos planes urbanísticos provocan que la capital del Guadalquivir vaya perdiendo su esencia inherente y pueda convertirse poco a poco en una urbe sin alma, sin identidad. En épocas de exacerbación destructora se llegó a excusar el uso y abuso de la piqueta por “la necesidad de hacer de Sevilla una ciudad moderna”, cuando en realidad subyacían muchos intereses especulativos para vender, por ejemplo, las nobles piedras de sus portadas murales. La Puerta del Sol fue derribada entre 1870 y 1872 y sus valiosos bloques pétreos subastados al mejor postor...
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