Puente, Adif y el Duce

15 de septiembre 2024 - 03:09

Varias veces –en comparecencia ante la prensa o en sede parlamentaria– afirmó el ministro Puente que España está viviendo “el mejor momento ferroviario de su historia” o que “el tren vive en España el mejor momento de su historia”. Lo dijo mientras los trenes tanto de larga distancia como de cercanías conocían retrasos sin precedentes y se quedaban parados sin electricidad, y por lo tanto sin aire acondicionado, obligando en algún caso a los agobiados viajeros a romper las ventanas de emergencia, muchos usuarios terminaban sus viajes aumentando los retrasos acumulados al ser trasbordados a autobuses y las estaciones de tren vivían condiciones caóticas en las que apenas se daba información. Como la mentira tiene las patas cortas y siempre es bueno tener a mano una cabeza que cortar para salvar la propia, a la semana de estas triunfales palabras Puente destituyó al presidente de Adif.

Durante la dictadura Renfe tenía una justificada mala fama. Cuando vi Doctor Zhivago en su estreno en 1966 el público recibió con risas y aplausos de burla el rótulo de los títulos de crédito en el que se agradecía la colaboración de Renfe: recuerden el viaje a Varykino en el vagón de ganado con nuestro José María Caffarel como comisario y Klaus Kinski como un anarquista majareta deportado. Con la democracia todo fue cambiando. Como si fuera un símbolo, aunque desde los años 50 se habían ido dando pequeños avances, la última máquina de vapor en servicio se retiró en 1975. El prestigio de Renfe culminó el 14 de abril de 1992 con la inauguración del AVE Madrid-Sevilla. Con más de una década de retraso con respecto a Italia o Francia. Pero también con una eficacia que nos ha situado, tras China y por delante de Japón, como el segundo país con más kilómetros de alta velocidad.

La pérdida de confianza en el tren –hace un año ya se publicaba que Renfe sufría la crisis reputacional más fuerte en muchas décadas– pone en cuestión uno de nuestros mayores logros. Dado que el sanchismo es tan dado a sacar a Franco a relucir como cortina de humo y denuesto de la oposición –lo acaba de hacer Albares para cargar contra el PP tras la crisis abierta por las palabras de la ministra Robles– cabe fantasear con que el caos ferroviario sea una forma de distanciarse del fascismo. ¿No decía la propaganda que con el Duce los trenes llegaban puntuales? Pues a lo peor se toma la impuntualidad como un gesto antifascista.

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