La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Minerva, la diosa del gobierno local
Dicen desde el Ayuntamiento que todos los autobuses serán gratuitos desde las 6 de la mañana del día 8 a las seis de la mañana del 9, además de incrementarse todas las líneas. Serán gratuitos para los usuarios –y ni tan siquiera para ellos, como se verá–, pero los pagaremos todos. Porque supongo que los conductores cobrarán, los depósitos se llenarán y el incremento de vehículos generará un gasto. Es muy nuestro este alegre concepto de lo público y lo gratuito como pólvora del rey. Nada público lo es. Todos lo pagamos con los impuestos recibiendo a cambio servicios que unas veces nos son cobrados y otras no. Pero incluso si no se cobran, como sucede con la sanidad o la educación, los pagamos con los impuestos.
Según la doctrina Calvo, doña Carmen, “el dinero público no es de nadie”. Por el contrario, es de todos porque todos, creando riqueza y pagando impuestos, lo hemos puesto a disposición de los poderes públicos para asegurar la prestación de servicios esenciales y la redistribución igualitaria de la riqueza. Así que no, los autobuses no serán gratuitos. Se pagarán con fondos públicos, de todos, para que quienes los usen no tengan que pasar la tarjetita o abonar el billete. Y ni para ellos serán gratuitos, ya que con sus impuestos se pagarán los conductores, el combustible y el incremento de servicios.
Esto es una anécdota, si quieren. Pero reveladora de la alegría con la que en nuestro país se considera lo público y la gratuidad. Público es lo perteneciente o relativo al Estado o a otra Administración y lo accesible a todos. En los servicios públicos –de transporte, en este caso– coinciden ambos sentidos. Gratuito es lo que se da o recibe gratis o no tiene coste alguno, no cumpliéndose ninguno de estos requisitos en lo anunciado por el Ayuntamiento porque ni se recibe gratis ni carece de coste. Solo los servicios privados pueden ser gratuitos si no se cobran, porque el coste repercute en la empresa. Lo público nunca es gratuito. “Cada cierto tiempo vuelve a la agenda pública, a las reclamaciones de algunos colectivos y de los programas electorales de los partidos políticos, una promesa atractiva: ¡Transporte público gratuito!”, escribe el especialista en movilidad Alfonso Sanz. Pero, advierte, “el transporte público gratuito nunca sale gratis”. Lo de Sevilla es solo cosa de un día. Pero incide en este erróneo concepto de lo público y lo gratuito.
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