La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La sanidad funciona bien muchas veces en Andalucía
Algunas buenas noticias sí que trae este año. Hay que buscarlas con cuentagotas y no hay que descansar hasta encontrarlas, aunque la realidad y la industria del morbo se empeñen en esa sinonimia entre noticias y malas noticias. Cuento entre las buenas que Javier Marías va a sacar nueva novela. Tendrá sus detractores, para quienes una nueva novela de Javier Marías será una mala noticia. Su padre, don Julián Marías, era crítico de cine, discípulo de Ortega, hombre de misa de precepto y héroe de algunas de las novelas de su hijo. Otra buena noticia es que por fin, después de un prolongado apagón, han vuelto a iluminar la torre de don Fadrique. Un faro urbano del siglo XIII en el corazón de Sevilla que ahora alumbra esta nueva Edad Media en la que una pestilencia escurridiza y mortífera se ha colado como epílogo de la serie La peste y de la pandemia del XVII que combatió Murillo con sus cuadros y su legión de niños harapientos pero confiados en un futuro mejor. No deja de ser una buena noticia que por fin expulsen a Messi en un partido de fútbol. El Ángel Caído. Buena noticia porque lo hace humano en este calvario que le coge con la edad de Cristo hasta el próximo día de San Juan. Messi vio la tarjeta roja en el estadio de la Cartuja, un mausoleo sin Halicarnaso que es mitad de Sevilla y mitad de Santiponce. Es una buena noticia que el pez chico se coma al gordo (como su presidente es cocinero, se los comió al pil pil, primero al Madrid, después al Barça, las dos Españas del tiempo normal); que Marcelino, el entrenador del Athletic, con sonoridad de cinco magníficos y gol a Yashin, haya ganado un título en un santiamén; un técnico modesto que ascendió al Recre a Primera y llevó al Racing de Santander a Europa. Es una buena noticia que Donald Trump deje la Casa Blanca. Su inesperado triunfo, contra encuestas y contertulios, lo profetizó hace cuatro años el periodista Paco Reyero. ¿Qué profetas tiene Biden? En Sólo en casa 2 aparecen las Torres Gemelas y un Donald Trump warholiano. Crepúsculo de dos monosílabos, Bush y Trump, que gobernaron Estados Unidos antes y después de Obama. Para lucimiento del niño Macauley Culkin, objeto de una maravillosa canción del grupo Ladilla Rusa. Los rusos ya no son lo que eran. Otra buena noticia es descubrir a Napoleón en campos de batalla de la mejor literatura. Como en un videojuego, pero sobre libros de papel, combatir en Waterloo con La Cartuja de Parma, de Stendhal, y en Austerlitz con Guerra y Paz de Tolstoi. Siguiendo los puntos suspensivos de la historia y las huellas de la cabalgadura, llega uno a la batalla de Bailén. Guerra y Paz se publica en dos volúmenes de Alianza Editorial. El primero, con un retrato de Napoleón en la portada de Jacques-Louis David, tiene 884 páginas. El segundo, 928. La suma da 1.812 páginas, que coincide con la última fecha del libro, 1812, la que señala la batalla que narró Galdós. Hasta la página 696 no hay una referencia en la novela de Tolstoi a los "asuntos de España". Qué pereza. Francia ganó el Mundial de Rusia y Napoleón perdió el Mundial de España. Mucho antes que Platini.
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