La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La sanidad funciona bien muchas veces en Andalucía
Hermosa semifinal la que libraron en Turín Francia y Bélgica a través de un partido rico en alternativas y en el que los cinco goles se marcaron en la misma portería, señal inequívoca de que nunca estuvo tofo el pescado vendido. Bueno, sí, cuando Carrasco y Lukaku pusieron el 2-0 para llegar al descanso con la sensación de que aquello no se le iría a los belgas. Y es que entonces, los de Martínez eran superiores a los de Deschamps.
De Bruyne dictaba su ley y los galácticos franceses no se conectaban. Tenía poco de coral el equipo galo, que parecía rico en concertinos y con poco cemento que aglutinase piezas. Pero Francia es el campeón del mundo y eso vino a notarse tras el descanso. Se organizaron más coherentemente atrás, Pogba empezó a orientarse hasta decir el aquí estoy yo que los grandes sacan a relucir en los momentos decisivos, Bélgica fue aculándose y llegó lo que llegó.
Una conexión Mbappé-Benzema, un penaltito a Griezmann y un zapatazo de Theo Hernández cuando la prórroga era más que una posibilidad mandaron a la lona a los belgas. Se impuso la lógica, Francia, sobre todo en las áreas, es superior a los belgas y serán nuestros contrincantes mañana en San Siro. Prueba de alto voltaje, todos hubiéramos preferido a Bélgica en la final de esta Liga de Naciones que está teniendo mejor acogida de lo que se preveía cuando nació.
El toro día aposté por una victoria de Italia y ahora me dice la razón que Francia parte con ventaja. Es un equipo muy sólido y, por ende, muy fiable el francés con su mezcla de veteranía madura y brillantez emergente. España me sigue sembrando dudas, sobre todo por lo débilmente que defendió ante un equipo en inferioridad numérica y que se metió en el partido por uno de esos errores defensivos que no suelen faltar a lista. Ojalá no sea un duelo de hombres contra niños.
También te puede interesar
Lo último