
La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La agresión al paisaje de Sevilla de cada día
Más de tres siglos después que Francisco de Quevedo lo dijera, que “solo” el necio confunde valor y precio (1611), don Antonio Machado cambió el solo por un “todo”. ¿En dónde ponemos al presidente de los Estados Unidos, en el solo o en el todo? Necio nos parece aunque estoy pensando que no lo es para nada, sino malo, habitante de un mundo bipolar que ignora el mal causado que le revertirá, como suele ocurrir casi siempre. Vemos continuamente que el valor de algunos objetos es infinitamente inferior a su precio. Lograr un árbol lleno de almendras vale mucho menos que un microchip, cuyo coste puede llegar a ser irrisorio, incluso añadiéndole el precio del invento. La belleza del almendro en flor no cotiza, por supuesto. Bien, pues ahora el reto es que un objeto vale un 30% más porque Trump lo ha establecido así. Digo un 30 pero ha llegado a amenazar con hasta el 200%. El obstáculo al mercado, que repercute en el comprador, llega al productor. Bueno, llega a toda la cadena, distribución incluida. Pero el precio final es del consumidor. No es necesario aclarar que si algo sube un porcentaje, el comprador puede optar por no comprarlo. Lo que significa devolución o no adquisición. En esta angustia está medio mundo por la decisión de Trump, que se ha lanzado contra el precio, despreciando el valor. Entonces me digo, hay que encontrar otros mercados, ¿no? El del propio país, mismamente. Porque si lo que no se vende por el arancel se analiza en el episodio final de coste/beneficio, igual trae cuenta vender en el interior por un precio tan competitivo que haga desaparecer los stocks. Pensemos en el aceite, por ejemplo. El valor y el precio lo conoce el fabricante/productor. ¿Trae cuenta si, visto lo visto, se aclimatan los precios al interior puesto que el precio exterior, determinado por los aranceles dictados por Trump, bajará drásticamente el volumen de ventas? El malvado presidente de los EEUU, que ya ha sacudido las Bolsas mundiales y ha empobrecido muchos países, tiene detrás a quienes propugnan este desbarajuste. Son anónimos matemáticos, economistas, expertos en mercados y políticos ultra de poca sinapsis. El Fatuo espera sentado en su sillón de autócrata las visitas de los afectados, que se arrodillarán para pedirle la gracia del cambio. Cuando ni Groenlandia, ni el Canal de Suez, ni la anexión de Canadá, ni la frontera mexicana, ni la salvaje agresión al comercio mundial, ni ninguna otra loca idea salga bien, a saber qué mundo gobernará, qué Estados Unidos tendrá a sus pies. ¿Se estará arrepintiendo Pedro Sánchez de los pactos con China, y con Putin?
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