Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
Juanma Moreno demostró el miércoles pasado con su actuación en Málaga que Carlos Mazón es un dirigente fallido, un consejero de Interior eficiente y preocupado basta para que el servicio de Emergencias de una comunidad autónoma siga un protocolo testado y se contenga lo peor de una catástrofe. Moreno podría haber solicitado esa misma noche la ayuda de la Unidad Militar de Emergencias si se hubieran desbordado los ríos sin deshacerse del mando operativo, del mismo modo que envió la alarma masiva a la población sin esperar a que concluyese la jornada laboral. Mazón es un peso muerto, lo saben en su partido, pero Alberto Núñez Feijóo quiere igualar el partido, porque no puede ser que Pedro Sánchez se marche de rositas, así que se ha prestado a incendiar Bruselas y romper el histórico consenso entre socialistas y populares con la ayuda de Manfred Weber, conservador alemán pero terrible enemigo de su compañera Ursula von der Leyen.
La revista Politico, que es una de las publicaciones más influyentes del mundo occidental, dudó si calificar la sesión en la que el Europarlamento examinó a Teresa Ribera como un “show de mierda o un show de trols” porque a la vista estaba que el grupo popular sobreactuó de modo grosero para impedir que la vicepresidenta del Gobierno de Sánchez fuera elegida comisaria de Competencia y número dos de Von der Leyen.
No es la primera vez que un partido español se opone al nombramiento de un compatriota, los socialistas españoles votaron en contra de Miguel Arias como comisario de Agricultura, pero no involucraron al resto del grupo, de tal modo que aquello terminó en pataleta. Nada que ver con lo de ahora, porque lo que peligra es el nombramiento de la Comisión que propuso Von der Leyen y el consenso histórico que populares, socialistas y liberales han mantenido en Bruselas desde la fundación de las comunidades europeas. La necesidad de Feijóo de empatar el partido a Sánchez ha encontrado acomodo en la inquina de Manfred Weber, que tiende desde hace tiempo a romper con los socialistas, amargarle el mandato a Von der Leyen y echarse en manos de los ultras de la Cámara.
Tan poco les importa ya Mazón que la acusación contra Teresa Ribera se basa en una premonitoria imputación por su actuación en la emergencia de Valencia. ¿Qué será del líder valenciano si la ministra de la que depende, pero no gestiona, una confederación hidrográfica es imputada? ¿Lo dan por preso sus compañeros? En la mesa a la que Mazón tardó en llegar, se había sentado desde el principio el representante de la Confederación del Júcar.
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