La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
Sevilla/Dice Sanz que la presión mediática que se sufre en la Alcaldía de Sevilla es mayor que la de Madrid. La Alcaldía es un potro de tortura, como se dice coloquialmente. Que le pregunten a Uruñuela, que gobernaba como podía y recibió las arcas con telarañas. O a Manuel del Valle, que sufrió durante un mandato el suplicio de gobernar en minoría, terminar de superar el tardofranquismo en una ciudad que todavía mantenía la cruz de los caídos en el Alcázar y enterrar nada menos que el proyecto del suburbano (¿Recuerdan la campaña ‘Metro un Túnel sin salida’?). ¿Y Alejandro? El más carismático de los alcaldes que ha tenido nunca Sevilla, cosa reconocida en privado por altos dirigentes del PP, sufrió de lo lindo las críticas a sus proyectos, entre ellos el del estadio de la Cartuja. Y no digamos la carrera olímpica. Soledad Becerril fue la gran administradora que nunca viene mal. Recibió una ciudad deprimida tras el 92 y tuvo que probar el cáliz más amargo: el atentado terrorista que segó la vida del matrimonio Jiménez Becerril. Dejó los muy acertados Jardines del Prado y un prestigio en el área de limpieza.
Monteseirín fue directamente crucificado en los doce años de mandato. El PP lo calificó de “rebelde fiscal” tras siete portadas que le dedicó este periódico por sus reiteradas deudas con la Hacienda local. La presión fue a más cuando se conocieron diversos escándalos en el retraso de obras faraónicas, facturas falsas en distritos y otras polémicas. Solo el paso del tiempo logró que emergiera la mejor cara de una alcalde reformista, valiente para unos y osado para otros y que, guste más o menos, tenía un modelo de ciudad basado en la compleja apuesta por el tranvía, las grandes obras (rascacielos, las Setas, pasos subterráneos, etcétera), las polémicas peatonalizaciones, los planes de barrio, y el urbanismo morado (subvenciones a las cofradías). Zoido fue víctima de la crisis económica y de la sobreexpectación generada. No, no era un Supermán de Fregenal.
Espadas fue un hábil administrador de una ciudad que castigó con crueldad a su anterior administrador. Muñoz, la víctima inocente del sanchismo como tantísimos alcaldes socialistas. A Sanz habría que decirle lo que Rajoy a Juanma en el congreso pepero de 2014 que supuso el ascenso de Moreno a la presidencia del PP andaluz y, por cierto, el orillamiento del propio Sanz en la carrera autonómica: “Juanma, tú lo has querido”. Chichichí. Que le digan a Juanma lo que ha sufrido para llegar a San Telmo. Los suyos lo castigaron. JuanmaSer alcalde de Sevilla es sufrir. Usted lo quiso, Oseluí. Del potro no se libra ningún alcalde. Ni siquiera con mayoría absoluta. Gobierne y deje una ciudad mejor que la que se encontró.
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