¿Por fin cuidamos la Plaza de España?

El alcalde no pudo frenar los mamotretos de la Palmera pero al menos mima un monumento del 29

Prueba de limpieza en la balaustrada del Gran Peatón.
Prueba de limpieza en la balaustrada del Gran Peatón. / M. G.

03 de febrero 2022 - 08:14

Hay asuntos que son verdaderos clásicos en las informaciones sobre Sevilla a poco que se sumen décadas leyendo periódicos locales. Las infraestructuras pendientes, el calor, la falta de sombra, el plan de tráfico en el centro, las agresiones al patrimonio histórico, los índices de visitas a los principales monumentos, la evolución de viajeros en el aeropuerto, la lista de espera para una caseta, o el estado de conservación del Parque de María Luisa y de la Plaza de España.

El monumento de Aníbal González, creado como icono de la expansión de la ciudad hacia el Sur, que ahí radica el legado de la Exposición Iberoamericana contra el que ahora se atenta clamorosamente en la Avenida de la Palmera, tendrá por fin una atención continua en su mantenimiento, como lo tienen la Catedral o el Alcázar. ¡Ya era hora desde 1929! Un clásico han sido los reportajes sobre los destrozos en las preciosas balaustradas o los que reflejaban la suciedad en el estanque hasta que el alcalde Monteseirín (“Habladlo con Marchena) lo volvió a llenar para uso y disfrute de sevillanos y visitantes con ‘Enriqueta’ como nave mayor de la flota de recreo.

Hasta Zoido se fotografió remando en la ría en la jornada de reflexión de las municipales de 2011, cuando los políticos sólo se permitían esas licencias ese día, no ahora que en las redes sociales nos cuentan cada día absurdeces que nos importan un comino. ¿Y cuántas veces no hemos informado de la pérdida o sustracción de azulejos de Mensaque de los bancos dedicados a las provincias españolas? El mismo alcalde que siendo delegado de Urbanismo ha permitido los mamotretos que crecen en la Palmera ha gestionado, al menos, un contrato que hará posible la atención continua que merece uno de los monumentos más visitados de la ciudad. El personal que se baja del avión en San Pablo no pregunta por la Sevilla Metropolitana, ni por el anillo de Cercanías, ni por el horario de visita de Airbus, ni por lo que queda de Abengoa.

Quieren saber cómo se llega a la Plaza de España, cuánto cuesta entrar en la Catedral o dónde está la Casa de Pilatos que Segorbe tiene de dulce. Cuidemos lo nuestro porque como urbe vivimos del patrimonio histórico, que es el que nos hace distintos. La invasión de vendedores ambulantes y de espectáculos flamencos espontáneos es ya otro problema que compete a los servicios de seguridad. La paliza que generan bien que la deben sufrir los profesionales del Ejército de Tierra… Es un frente continuo contra el que la derrota esta asegurada.

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