Tomás García

La Plaza Nueva y sus palmeras

19 de octubre 2024 - 03:10

El Guadalquivir discurría hasta el siglo XI por el centro de Sevilla, atravesando la Alameda de Hércules, Sierpes y la actual Plaza Nueva, en cuyo subsuelo se han descubierto restos de instalaciones portuarias y un barco medieval. Al retirarse el cauce principal del río hacia el oeste, quedó en la zona objeto de estas letras la Laguna de la Pajería. Ésta sería desecada finalmente y se erige en 1268 el convento Casa Grande de San Francisco, el cual ocupaba el perímetro actual y varias calles adyacentes junto con el de San Buenaventura. El cenobio contenía una gran iglesia con unas cuarenta capillas, claustros, hospital anexo de San José, botica, fuentes, jardines, hospedería... Las tropas francesas ocupan el convento en 1810 y se origina un devastador incendio que lo deja en estado ruinoso. Tras un regreso temporal de los monjes y su exclaustración definitiva en 1835, se procede a su demolición cinco años después, quedando sólo en superficie el arquillo del Ayuntamiento y la capilla de San Onofre.

La construcción de la Plaza Nueva se lleva a cabo entre 1849 y 1862 mediante un proyecto original de Ángel de Alaya, modificado posteriormente por Balbino Marrón, estableciéndose una uniformidad de las fachadas circundantes en torno a un espacio central a modo de “salón”. El monumento dedicado a San Fernando sería levantado en 1924 según un trazado de Juan Talavera y Heredia, siendo Joaquín Bilbao el autor de la figura ecuestre del monarca y otros artistas los de las cuatro esculturas del pedestal. El bello pavimento central que podemos hoy contemplar fue conformado en 1930 con grandes cuadrados de chinos encintados con losetas de mármol. Palmeras y naranjos agrios serían los primeros árboles plantados en el siglo XIX, seguidos por plátanos de sombra, mientras los seis parterres laterales recibirían más recientemente diez árboles de Júpiter que permanecen hoy en día en un estado deplorable de conservación sin tratamiento fitosanitario efectivo.

La necesaria restauración del pavimento central de chinos y mármol ha comenzado, así como su ampliación, pero también está prevista en el proyecto inicial de la Gerencia de Urbanismo y Medio Ambiente una ordenanza vegetal con la eliminación de algunos “elementos” arbóreos (palmeras y platanáceas, probablemente) que no cuadran con lo diseñado y, según los responsables de la reforma, “distorsionan” la simetría del conjunto. Como he sugerido más arriba, las palmeras que muestra la Plaza Nueva son un reflejo de la primera plantación importante de datileras en zonas públicas de la ciudad, que también cubrieron en el siglo decimonónico la Plaza de la Magdalena, mientras los plátanos de sombra presentes suponen una espléndida representación de su especie. Si la esencia de la restauración es recuperar el espíritu primigenio de este espacio, que puede considerarse la Plaza Mayor hispalense, es incomprensible que se eliminen porque sí estos simbólicos árboles que están vinculados a la historia de Sevilla.

stats