La pinza fantasma

Lo que es un mero ejercicio de democracia lo interpretan algunos como una conspiración

13 de junio 2024 - 01:00

En los últimos días, el PP y sus afines no paran de difundir la teoría de una siniestra confabulación entre la “ultraderecha” (le dicen así) de Vox y el PSOE para tumbar al alcalde de Sevilla, José Luis Sanz. La prueba más palpable de esta conspiración, a la que llaman con poca originalidad “la pinza”, es que ambos partidos, además de Podemos-IU, han tumbado los presupuestos de Sanz con la aviesa pretensión de bloquear la gobernabilidad de Sevilla, de hundirla en la confusión para enviar al alcalde de vuelta a Tomares. Es decir, que según los defensores de la teoría de The Clamp (estos términos siempre quedan mejor en inglés, aunque sea macarrónico), lo que es un mero ejercicio de democracia (la oposición votando en sentido contrario al Gobierno) hay que interpretarlo como una conspiración en toda regla.

Todos sabemos que dicha “pinza”, como los fantasmas, no existen, pero ahí siguen los mediums del PP invocándola con más oportunismo que fe. Por mucho que se diga lo contrario, Vox y PSOE son como el aceite y el agua y su común postura en el Ayuntamiento se debe a motivos muy distintos. Los socialistas han rechazado los presupuestos municipales por imperativo genético, el mismo que empujó al PP nacional echar atrás las últimas cuentas de Sánchez. Es tan viejo como la prostitución: el principal partido de la oposición suele posicionarse en contra de las decisiones del Gobierno para consolidarse como una alternativa clara ante los electores. Por su parte, los motivos de Vox son más complejos y se mueven entre el resentimiento por los ninguneos del PP, la particular guerra civil en la derecha española (algo que se acrecentará en los próximos tiempos) y la frustración e los ediles sevillanos al ver cómo Juanma Moreno reventó sus negociaciones con Sanz para entrar en el gobierno municipal a cambio de estabilidad.

Como se ha comentado, Juanma no está dispuesto a que los apuros de Sanz enturbien su imagen kennedyana de hombre centrista y liberal, alejado de eso que llama la “ultraderecha” (la misma a la que no hizo ascos cuando necesitó sus votos). Tiene sus razones de peso, porque todo indica que el malagueño ha conseguido consolidar un liderazgo político en Andalucía que va para largo. Y su técnica ha sido la de no asustar a nadie, ni siquiera a los gorriones de San Telmo. Con Vox, un partido que provoca un contundente rechazo en partes importantes del electorado, esto cambiaría. La estrategia de Moreno es legítima, pero no el bulo de la “pinza”. Tampoco que un presidente de la Junta le marque el paso al Ayuntamiento de Sevilla.

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