¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
Lo que queda de los Rolling Stones -es decir, Keith Richards, Mick Jagger y Ron Wood, cerca ya los tres de cumplir ochenta años- actuarán en Madrid el próximo 1 de junio. Será el comienzo de su enésima gira, para celebrar su sesenta cumpleaños como grupo. De ahí, que la hayan denominado Sixty en un evidente giño a aquella década fantástica en que comenzaron su singladura grupos como los Beatles, los Who, los Kinks, los Beach Boys o solistas como Dylan. Es decir, los padres fundadores que crearon la base de la música popular que ha sido la banda sonora de nuestras vidas. Volver a verlos hará que recordemos con melancolía; pero también que al comprobar que Jagger a su edad aún es capaz de cantar y correr durante casi tres horas, nos preguntemos qué clase de pacto ha hecho con el diablo para ser el nuevo Fausto; y cómo es posible que Richards, tras haber cometido todos los excesos posibles, continue haciendo el payaso con la misma desvergüenza de siempre.
Los Stones se fundaron en abril de 1962 y de sus cinco miembros originales dos ya fallecieron, el gran Charlie Watts a los ochenta años, y prematuramente a los 27 aquel geniecillo loco que fue Brian Jones. Bill Wyman el bajista abandonó para tener un retiro acorde a su edad y al pianista Ian Stewart nunca le consideraron como miembro oficial del grupo pese a que estuvo con ellos hasta su muerte. A Mick Taylor el mejor guitarrista que nunca han tenido, le echaron por los celos de Richards, que colocó a su amigo Ron Wood, quien aceptó renunciar a su talento a cambio de reírles las gracias a los jefes, ese matrimonio mal avenido e indestructible formado por Jagger y Richards . Llevan desde mediados de los setenta sin editar ningún disco notable, pero tienen un repertorio inigualable y sus conciertos son la mejor expresión de lo que es el circo del rock. Que aún continúen llenando estadios nos rejuvenece. Son clásicos, no ancianos.
Publicaron su primer EP el 17 de enero de 1964. Aquel mismo año, en agosto, se produjo el incidente del golfo de Tonkin, por el que los EEUU, tras falsear unos ataques a su flota, decidieron entrar directamente en la guerra del Vietnam pasando de tener 60.000 soldados en Indochina a desplazar a medio millón. Aquella guerra acabó con la vida de 3 millones de personas, pero a Europa le caía lejos y siguió bailando despreocupadamente al ritmo de los Stones. Seis décadas después el horror está más cerca, pero seguimos bailando porque el diablo continúa siéndonos simpático.
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