En pie, famélica legión

04 de diciembre 2024 - 03:09

Uué monos (y monas) cantando la Internacional. Imagino que lo de la famélica legión, con su legión de prebendas y asesores, podrán convalidarla con unas cuantas estrellas Michelin. El cuadragésimo primer congreso del PSOE ha sido un ejercicio de cesarismo entre joseantoniano y florentinesco para gloria del Líder Máximo.

De todas las imágenes del Congreso hay una que no ha pasado desapercibida. La pleitesía de los líderes de los dos sindicatos mayoritarios, Unai Sordo, de Comisiones Obreras, y Pepe Álvarez, de UGT, con el presidente del Gobierno. Desde el franquismo no había una relación tan anfibia entre esas dos fuerzas que, por propia naturaleza, deberían estar viéndose con reservas, con desconfianza. La continuación del poder por otros medios.

Los sindicatos están para velar por la mejora de los derechos de la clase trabajadora. Sindicatos de clase, pero por lo visto hay muchas clases de sindicato. Con motivo de una visita del ministro Solís a Sevilla, cuando el sindicalismo vertical empezaba a agonizar, al desaparecido teatro San Fernando donde comparecía el político egabrense que fuera conocido como la sonrisa del Régimen, llegaron los sindicalistas Fernando Soto y Eduardo Saborido. Le echaron arrestos, porque su osadía les podía haber costado la detención y la cárcel, donde tantos años de su vida pasaron. Pero Soto tuvo el arrojo de dirigirse al entonces todopoderoso ministro. El ambiente debió ser tan tenso como esa escena del teatro en la película de Hitchcock Cortina rasgada protagonizada por Paul Newman.

La dialéctica sindicatos/poder es intrínseca a su propia razón de ser, aunque les haga tilín la letra de La Internacional. El Poder siempre será el Poder, que tiene las mismas letras que Pedro. Con su carencia de autocrítica y los plácemes de sus esbirros, ha aprobado un oficioso decreto de infalibilidad. El presidente es un fenómeno político pero no hay que desmerecer su potencial literario: no ha descansado hasta convertir una ficción, el cuento de la lechera de la extrema derecha, en una realidad. Y después de crearla y recrearla con sus socios de gobierno y de investidura declara abierta la cruzada para combatirla. Parece un relato de Cortázar.

Aclamado en el coliseo del extrarradio, cual Geta y Caracalla juntos en la película de Ridley Scott, ve golpistas por doquier quien se alió con los que quisieron romper España en el pasado, los herederos de Eta, y con los que la quieren romper en el futuro, los secesionistas catalanes. Pero a Miles Gloriosus sólo le vale el presente, que es un regalo, como aprendimos en las clases de filosofía de Kung Fu Panda 2.

El fervor y el hervor poscrongresual ha sido impresionante. Un a por ellos subliminal ha seguido al rompan filas. A la conquista de los territorios que no le son propicios, que son la mayoría para quien gobierna desde un vórtice. Es como el papa Clemente: gestualidad, simplismo y genuflexiones. En la futura Celtiberia Show alguien pondrá de fondo esas imágenes de la cúpula socialista jugando a los chinos como ellos sacan a pasear el fantasma de Franco, el paisano de Pablo Iglesias. Arriba parias de la tierra. Marxistas, pero de Groucho… y dos huevos duros.

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