Las pesetas de Montero

16 de junio 2024 - 01:00

Pesetas, y lo demás, galletas, solía decir un profesor, en un ejercicio de prosaísmo económico no demasiado académico. No creo que, a estas alturas del metamórfico y rocambolesco proceso del procés, haya demasiadas dudas de que han sido desde 2012 las pesetas el verdadero motor del arreón del independentismo catalán compuesto de partidos resucitados (ERC), arruinados (CiU o Junts) o en firme proyecto de destrucción (CUP). El resto, galletas. O parafernalia: bella palabra de origen griego cuya etimología define como “bienes que la novia pone encima de su dote nupcial”, lo cual hay que interpretar como que lo verdaderamente importante está debajo, y subyace bajo las alharacas identitarias, los agravios del Borbón, los robos de “Espanya”, o sea, usted y yo, contribuyentes que quizá paguemos antes del final de junio un restillo de unos impuestos de 2023 que bien pudieran ser superiores a la media del contribuyente catalán, el supuesto expoliado. La palabra hipoteca, también griega, significa “lo que está debajo”; esto es: el banco. Pesetas. Y el resto, galletas.

“Era la economía, estúpidos”, como casi siempre. Es la fiscalidad, la financiación privilegiada y el traslado a todos los españoles de la enorme deuda pública ocasionada por la pésima gestión autónoma catalana: es eso lo que subyace, pesetas. Los jovencitos cortando autovías para montarse el pedante numerito de jugar al ajedrez en plena carretera (es pedante por el correlativo atropello de orden público). El golpe fugaz de la proclamación de una república catalana basada en otro montaje de pura propaganda, unos comicios con menos documentos que una liebre de monte. Los asedios a la comisaría central, la quema de todo lo quemable por unos pelotones de energúmenos que entraron con fervor al engaño de los demiurgos del tridente soberanista. Cabe aquí proponer que si bien lo importante, lo que subyace, son las pesetas, hay otras pesetas de segundo orden, las de la carrera política de los líderes de unos partidos carcomidos que no se vieron en otra y tiraron por la calle de en medio.

Ahora asistimos al fuera las caretas: eran y son las pesetas. El oprobio más oprobioso es que la oficiante de la inminente concesión de privilegios territoriales trocados por votos en el Parlamento es una andaluza, que fue, para colmo, consejera del ramo de la Junta andaluza. La ministra Montero, tiempo ha, tuvo unos principios redistributivos y socialdemócratas encendidos, ahora sigue teniéndolos igual de encendidos... pero son justo los contrarios. Vergogna!

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