La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Los calentitos son economía productiva en Sevilla
La librería Caótica exhibe con todo merecimiento su orgullo por contar entre sus socios con Rafa Castaño, el concursante que ha roto todos los registros del programa Pasapalabra, con más de dos millones de euros en ganancias. Probablemente acertaría sin titubeos la autoría de esta frase: "Al fascismo no se le discute, se le destruye". Forma parte del escaparate de dicha librería. El autor de la proclama era Buenaventura Durruti. Un dirigente anarquista, oxímoron total, que murió en un lujoso hotel de Madrid convertido en hospital el mismo día que fusilaron a José Antonio Primo de Rivera en la cárcel de Alicante, el 20 de noviembre de 1936. La ejecución la dirigió un sargento de la FAI por mandato expreso de un decreto del Gobierno de Largo Caballero. Los enterradores no descansaron ese día: unos matones anarquistas asesinaron al compositor de marchas procesionales Manuel Font de Anta, aunque buscaban a su hijo falangista.
La Falange fue un partido fascista, pero la frase de Durruti sólo tiene valor si el que se apropia de ella la hace extensiva a todos los totalitarismos. No me imagino enmarcada en ese escaparate una sentencia del tipo: "Al comunismo no se le discute, se le destruye". En su Historia del siglo XIX, el historiador alemán Jürgen Osterhammel analiza el proceso de la abolición de la esclavitud en Brasil, el Caribe y Estados Unidos para concluir que "más adelante surgieron los campos de concentración y exterminio de los nacionalsocialistas y de los comunistas soviéticos y chinos. A la postre, estos fueron aún más destructivos que la clásica esclavitud africana; no se basaban en el comercio de esclavos y el trabajo no era un fin, sino un mero corolario de la opresión organizada".
"Ojalá fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles". Esta frase de José Antonio nunca la encontraremos en el escaparate de ninguna librería. Forma parte de su testamento. Por edad era de la generación del 27. Cinco años más joven que Lorca, que no ocultó sus simpatías por el político y abogado, sólo se llevaba unos meses con Alberti y Cernuda. Con la ley de Memoria Democrática ha vuelto la inquina. Y siguen vigentes las palabras con las que José Antonio respondió al catedrático Jiménez de Asúa: "No son mis ideas políticas lo que repugna al conocido catedrático: es mi apellido". ¡Será por frases! Para llenar los escaparates de cien librerías.
Nació hace 120 años. Lo mataron con 33. Pérez-Reverte inventó una trama para rescatarlo en la primera entrega de su trilogía de Falcó. Y ahora ha vuelto a ser fusilado por el pelotón de los ignorantes. Lo peor de la memoria mal entendida es la desmemoria bien planificada. En el Imprescindibles dedicado a Sara Montiel, para señalar el contexto temporal de su infancia, un ilustrador trazó sendos retratos de Franco y el dictador Primero de Rivera, pero a éste lo confundieron con su hijo, con esa nariz aguileña de espía de El halcón maltés a lo Peter Lorre. En Antena 3 le llamaron dictador, en el Informativo 24 horas hablaron del "militar Primo de Rivera". Sólo era abogado. Aunque no le dejaron defenderse.
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