¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
Opinión | Pisando área
El triunfo –y más aún la exhibición ofensiva– del Betis ante el Atlético de Madrid fue un directo al mentón de los que despacha Ilia Topuria que Manuel Pellegrini se marcó contra todo lo que tuvo que escuchar en la semana.
El entrenador chileno se encargó de recordar que esto es fútbol, que un Betis incapaz ante un grupo de daneses puede ser el primero en mandar a la lona a la rocosa tropa de Simeone, que también anda medio perdida pero que no había sucumbido todavía en la Liga.
Los comentarios que se llevan algún tiempo escuchando y leyendo sobre el septuagenario preparador que tiene al Betis en toda la pomada cuando se mira la clasificación han traspasado en numerosas ocasiones la falta de respeto. Curioso que dependiendo de cómo vaya la cosa el apodo vira con facilidad de semana a semana del Ingeniero al Viejo sin que pase nada pese a que muchas veces lleve ligado al óleo del cariño una pátina algo despectiva.
Como la rabia y la acelerada cadencia de los puños de Topuria sobre Holloway, los ataques verdiblancos en la pradera de Heliópolis fueron una pesadilla para Simeone en el primer domingo medio frío del otoño. Sólo la falta de puntería hizo que el beticismo sufriera hasta verse con los puntos en el zurrón. Más mérito aún para el chileno, que no tiene en nómina a los delanteros que sí pueden disfrutar los seis equipos que están con el Betis en la parte alta de la tabla.
Estamos en una ciudad de extremos en los que, en plena depresión, nos llevamos por delante todo el decoro posible en el pisoteo de las mismas flores que llevamos a los altares. El bético que salió orgulloso de lo que sus ojos vieron sobre el campo ante el Atlético fue el mismo que despreció el trabajo de Pellegrini el jueves, pero es que esto es fútbol, algo más complicado que pegar mamporros al estilo Topuria.
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