La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
Cierren el puerto. Conviertan el cauce histórico en una vía de circulación rápida. Destinen las dársenas a espectáculos de ocio. Monten una noria gigante en la esclusa. Vendan las grúas como chatarra o muévanlas a donde nadie recuerde para qué sirvieron como la Fairbain de 1870. Conviertan sus muelles en paseos de urbanizaciones de adosados del área metropolitana. Destruyan sus sistemas de balizamiento. Dejen que las cortas se colmaten de sedimentos. Olvídense de la historia portuaria de Sevilla. De sus empresas, de las grandes expediciones que de Sevilla partieron. Olvídense de Elcano, de Magallanes y de tantos y tantos grandes navegantes vinculados al puerto de nuestra ciudad. Olvídense de los estibadores, de sus huelgas, de sus memorias del trabajo, de su relación como costaleros documentada desde 1587. Conviertan el patrimonio industrial en mobiliario urbano para ser exhibido en rotondas. Como el Puente de Alfonso XIII, la draga Genil y, ahora, el remolcador Cape R3, embarcaciones construidas en 1928.
Pero ¿qué entiende la Autoridad Portuaria de Sevilla por conservación del patrimonio? ¿Acaso no conoce el título VII de la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía dedicado al Patrimonio industrial y de la ingeniería? El Patrimonio industrial no son despojos, ni muñones, de antiguos organismos; tiene su dignidad, su derecho a la imagen, al contexto paisajístico en que estuvo activo, interpretado con fórmulas museográficas propias de nuestro tiempo y acordes con las directrices de conservación del Patrimonio cultural, tanto de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía como de los Planes Nacionales de Patrimonio del Ministerio de Cultura de España.
Desde Ticcih-España (The International Committee for the Conservation of the Industrial Heritage) pedimos un Plan de Conservación del Patrimonio Cultural de la Autoridad Portuaria de Sevilla que establezca, partiendo de la revisión y actualización del inventario, unas líneas claras de gestión patrimonial que faciliten su investigación, su conservación y su difusión. Solicitamos también que abran permanentemente el Centro de Interpretación del Puerto en la avenida de Las Razas siguiendo las estrategias internacionales de interacción entre los puertos y la ciudad. La reutilización de los antiguos espacios portuarios no está reñida con otros usos abiertos a la ciudadanía, como son los ejemplos de Londres, San Francisco, Buenos Aires. La historia del Puerto de Sevilla no puede ser disfrazada ni camuflada, debe servir para la lectura e interpretación de su histórico pasado a través de sus huellas. Ya es hora de que Sevilla cuente con un Museo a la altura de El Dique en Puerto Real, el Museo del Port de Tarragona o el Museo Marítimo de Bilbao.
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