Las dos orillas
José Joaquín León
Patinazo diplomático
Ha sido muy criticada la ausencia de representación española en la reapertura de la catedral de Notre Dame, en París, tras las obras de restauración. Al acto asistieron representaciones de unos 40 países, entre ellos el nuevo presidente de los EEUU, Donald Trump, y el de Ucrania, Volodimir Zelenski, que todavía tiene una guerra en su territorio. Sorprendió que no acudiera nadie de España, un país vecino de Francia, para un acto que supone no sólo la apertura de un grandioso monumento, restaurado a base de colaboración público-privada, tras el incendio que sufrió. También supone la reapertura para el culto católico de una catedral histórica en el corazón de Francia.
Se ha señalado al ministro de Cultura, Ernest Urtasun, como el responsable de la ausencia española. Al parecer, lo invitaron a él y a los Reyes de España. Desde la Zarzuela se ha indicado que el acto nunca estuvo en la agenda oficial. No se sabe por qué. El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, ha criticado a Urtasun, e incluso a la Casa Real, y ha dicho que él no sabía nada. Otra vez se ha visto cómo funciona la conexión entre instituciones en este país. Después nos extrañamos de la falta de colaboración en la catástrofe de Valencia.
Este caso llama la atención, porque el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, es diplomático de carrera y ha trabajado en Exteriores, así que sabe cómo se organizan las representaciones. Pero es miembro de los comunes comunistas catalanes, integrados en Sumar, y le han podido sus complejos de odio a nuestra cultura histórica.
La reapertura de Notre Dame se hizo en la víspera de la Inmaculada. No será sólo un monumento. El arzobispo de París, Laurent Ulrich, dio los tres golpes en la puerta para devolverla al culto. Falta le hace a Francia, un país laico, con barrios marginales que son canteras de yihadistas, y que todavía mantiene grandes centros espirituales marianos en Lourdes y Rocamadour, que forman parte de su piedad popular. Incluso Michel Houellebecq, un novelista tipo enfant terrible, peregrinó a buscar a la Virgen.
Al día siguiente de los fastos de París, hubo procesión de piedad popular en Sevilla. Además del presidente de la Junta, Juanma Moreno, asistió a la procesión, entre las autoridades andaluzas y sevillanas, el presidente de Castilla La Mancha, Emiliano García-Page. “¡Ay, si Emiliano mandara en el PSOE!”, me dijo un socialista piadoso. Pues ante las Esperanzas estuvo Emiliano. La Esperanza nunca se pierde.
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