La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El pase robado con la 'mafia' del taxi de Sevilla
La aldaba
Siempre me ha llamado la atención la facilidad del personal para estar junto al podio de los victoriosos, al calor de los personajes de moda o arreando codazos para colarse donde no han sido invitados. El político tiene una especial predilección por arrimar la copa en cualquier brindis, haya o no aportado el carbónico. Resulta que hemos asistido a la mayor operación judicial contra la denominada ‘mafia’ del taxi en la parada del aeropuerto. Y ha tardado dos minutos el alcalde de la ciudad, señor Sanz, en consentir que se le atribuya el éxito. ¿Oiga, hay alguien ahí? ¿Pero qué ha aportado el gobierno local para solucionar este problemón que sufre la ciudad desde hace veinticinco años? Si no han dicho esta boca es mía, si se les ha preguntado directamente en alguna ocasión y no ha habido respuesta. Si han dejado pasar el tiempo en la más absoluta inacción. Y mientras vengan varas en las procesiones, vengan recepciones a juntas de gobierno y vengan otros actos de la política populista vendida como popular. La operación con 18 detenidos fue posible gracias a los redaños de los taxistas que han denunciado los hechos con un alto coste personal y a la determinación de un magistrado que no ha dudado en hincarle el diente a este problema.
El gobierno ha dado un pase robado, como se diría en la jerga taurina. Ha aprovechado que el morlaco embestía en una dirección para poner la muleta delante como los toreros malos, pero ni lo ha parado, ni se ha puesto delante, ni lo ha citado, ni ha templado, ni mucho menos ha mandado. Se puede engañar a un tendido de la plaza por efecto óptico, pero no a todos los asistentes. “¡Pase robaooooo!”, le gritamos desde la grada. Sanz no ha acabado con ninguna ‘mafia’ del taxi. ¡Ojalá! Primero porque el problema solo se ha empezado a resolver. Sí podría el alcalde comprometer a la Policía Local en la vigilancia de la parada en colaboración con los agentes de la Nacional. Podría tomar muchas decisiones para dejar arreglada la cuestión durante un largo tiempo. Mucho nos tememos que no será fácil para algunos renunciar al monopolio del que se ha disfrutado durante tantos años. Al menos los focos están ahora encendidos. Pero no ha sido el gobierno local el que ha tomado la iniciativa, pues parece más preocupado en las asignaturas marías de la gestión municipal. Es tan ridículo el intento de capitalizar una operación judicial que cualquier día habrá que darle las gracias al alcalde por la lluvia, por la puesta del sol en el Aljarafe o por la llegada de la cuaresma. Estamos a quince minutos de empezar a oír eso del Efecto Sanz. De momento: “¡Alcalde, pase robaooooo!”
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