¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Maneras de vivir la Navidad
Sevilla/Si el buen empresario detecta una necesidad y emprende una actividad para darle cobertura mediante un negocio rentable, el político con astucia debe saber dónde se encuentran los nuevos caladeros donde pescar votos. Y hay uno muy claro al que no veo a nadie hincarle de verdad el diente, poner el foco u ofrecer soluciones creíbles: la desatención que sufre la Tercera Edad en las entidades bancarias. Y, ojo, porque habría que referir también las dificultades que encuentran muchos clientes que no son ancianos. La pérdida de tres mil sucursales en dos años es un problema para las personas mayores y en ocasiones también para las que no lo son.
Los partidos políticos de pensionistas y jubilados han comenzado a aflorar porque no encuentran respuestas a sus problemas en las grandes formaciones tradicionales, lo cual llama mucho la atención. La búsqueda de nuevos nichos de votos marcó el éxito inicial de Vox, cuando apostó claramente por el campo y la caza. Ciudadanos supo capitalizar años antes el discurso de la unidad nacional y ser el primer partido constitucionalista que venció en unas elecciones en Cataluña, cosa distinta fue el petardazo que pegó Albert después.
No se entiende que ningún gran partido se haya puesto del lado de los jubilados que se desesperan para conseguir un trato personalizado, o que pierden la esperanza de culminar con éxito una gestión ante un robot. En la sociedad que denuncia todas las brechas del mundo, falta quien incluya de forma clara, precisa y sin ambigüedades un discurso que tenga en cuenta a una parte de la población cada vez mayor. Parece que sólo nos preocupa que haya dinero en la caja de las pensiones, que no es cuestión menor, pero a nadie le inquieta la calidad de vida de estas personas. Una calidad de vida que no consiste en hacerse fotos ante bandejas de langostinos y enviarlas a las amistades, sino en que nuestros mayores accedan con comodidad a servicios elementales, como el que ofrecen los bancos.
La banca ha evolucionado mucho y en muy buena dirección en diversos aspectos. No se puede negar. Pero parece que se ha dejado atrás a los mayores, incapaces de hacer un simple bizum porque muchos de ellos van tarde en el uso de los teléfonos inteligentes. La calidad de vida de una sociedad se mide por la educación, la limpieza, la atención que reciben los niños y, por supuesto, las condiciones en las que permitimos que vivan nuestros mayores. Han salido leyes para proteger a las mascotas como seres sintientes hasta en caso de divorcio, pero ninguna que lo haga con nuestros mayores de cara nada menos que a sus finanzas. Nos estamos retratando.
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