París es universal

29 de julio 2024 - 03:07

La ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos coloca a París en la cima de las ciudades universales. Para Ernest Hemingway París era una fiesta y el viernes nos lo recordaron de nuevo. Toda la ciudad era ceremonia olímpica. Dan un salto cualitativo sobre las anteriores ceremonias. Han cambiado el concepto. Hace tiempo que la televisión había convertido los Juegos Olímpicos en uno de los espectáculos más universales, pero esta vez lo han dejado claro. Las pruebas de estadio, que marcaron el espíritu olímpico hasta ahora con las especialidades de atletismo, herederas de Grecia y origen de nuestra cultura occidental, ya no son el único centro, ni cultural, ni deportivo, ni racial, ni identitario, etc. Todo es más amplio, una ciudad completa convertida en un escenario festivo y ceremonial, para representar un mundo mucho más complejo y contradictorio.

Una ceremonia universal pero muy parisina. Actual, abierta, sin un aparente protocolo de principio a fin, pero llena de símbolos y referencias a la cultura francesa. El director artístico responsable del espectáculo ha sido el actor y director de teatro francés Thomas Jolly, que tenía 40 años cuando recibió el encargo del Comité Olímpico. Con una carrera escénica de teatro y ópera fulgurante, desarrollada desde 2006 hasta hoy. Es decir, un artista del siglo XXI conocedor del arte actual y con la sensibilidad para unir en un gran collage lo más clásico del music-hall y la moda con el rap y siempre sin olvidar el carácter popular en todo lo que lleva a escena. Una vez más hay que elogiar a los franceses por confiar en sus jóvenes talentos para las más altas responsabilidades artísticas.

Una ceremonia muy televisiva, desde la alfombra roja de invitados hasta la elección de lugares. ¿Hay mejor telón de fondo para el recinto protocolario que la Torre Eiffel? ¿Hay mejor hilo conductor que el Sena? Y finalmente, ¿hay una idea mejor para el pebetero olímpico que un globo Montgolfier suspendido en el aire, a la vista de todos, sin necesidad de tener entrada en el estadio, durante todos los días y noches que duren los juegos? Como partícipe en ceremonias festivas de gran formato, me asombra el esfuerzo artístico, técnico y logístico desplegado. Las medidas de confidencialidad y seguridad. Y todo en una escala, la de París, que obliga a unos recorridos y a unos tiempos que están al límite de lo posible.

Tenemos espectáculo para días, para ver y repasar cada uno de los detalles, como el espectáculo de luz y sonido de la torre con sus 300 metros, que se dice pronto, y la deslumbrante y emotiva interpretación de Celine Dione del tema Hymne à L’amour de Édith Piaf. Y la embarcación de las leyendas del deporte mundial recorriendo el río con la antorcha (Carl Lewis, Nadia Comaneci, Serena Williams y Rafael Nadal). Casi nada. Una ceremonia abierta con 600.000 personas que la pudieron seguir desde gradas, ventanas y balcones como en las mejores fiestas renacentistas. Mucho que disfrutar y que meditar.

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