El paripé de Juanma

Ni Muñoz Cariñanos ni Vigil de Quiñones merecían verse envueltos en la fantasmada de la consulta del Hospital Militar

La zorra es Sánchez

El Hospital Militar de la discordia, antes del cambio de nombre.
El Hospital Militar de la discordia, antes del cambio de nombre.

09 de febrero 2024 - 00:01

LO de la consulta amañada para dar nombre al antiguo Hospital Militar de Sevilla Hospital Militar de Sevillaes un ejemplo más de esa política de la apariencia y el postureo a la que Juanma Moreno nos tiene acostumbrados. La Junta convocó una consulta entre los profesionales de la provincia de Sevilla para elegir el nuevo nombre del centro y sobre la mesa puso cuatro posibilidades: Muñoz Cariñanos, un conocido otorrinolaringólogo del Ejército del Aire que fue asesinado por ETA en la capital andaluza; Vigil de Quiñones, médico militar y héroe de Baler en la gesta de Los últimos de Filipinas; Rosalía Robles, histórica y meritoria matrona; y Miguel Mañara (por mucho que se empeñen no lleva la partícula de entre el nombre y el apellido), fundador del Hospital de la Santa Caridad y de la hermandad que lo sostiene, una histórica institución sevillana dedicada al cuidado de los ancianos menesterosos. Hasta ahí ningún pero. Todos fueron personas con una trayectoria ejemplar y cualquiera se lo merecía. Lo normal es que la Junta hubiese tomado una decisión, que no molestase a los profesionales con consultas absurdas, que los dejase trabajar tranquilamente para, entre otras cosas, aligerar las listas de espera. Pero el mismísimo Juanma Moreno anunció la consulta para presumir de hombre participativo. ¿Qué pasó? Que todo fue un paripé y la Junta le puso el nombre que ya tenía decidido, el de Muñoz Cariñanos, aunque, como se ha sabido después, fue la opción menos votada. Al parecer, la cosa estuvo entre Vigil de Quiñones y Rosalía Robles (don Miguel quedó en medio de la tabla).

Si la consulta no era vinculante, como aduce ahora la Junta, ¿por qué la convocó? ¿Qué necesidad había? El resultado final es que el nombre de una víctima de ETA, cuyo asesinato conmocionó a toda España en octubre de 2000, ha quedado cuestionado; a los profesionales que participaron –muy pocos– se les ha quedado cara de tonto; y la familia descendiente del marbellí Vigil de Quiñones está más que disgustada. Y todo porque Juanma Moreno quiso quedar bien delante de la opinión pública.

No seré yo el que pida la retirada del nombre. Muñoz Cariñanos merece los máximos respetos por su condición de víctima de una banda de miserables como ETA, pero es cierto que Vigil de Quiñones fue un gran médico y un gran militar. Ninguno de los dos debería haberse visto envuelto en esta burda fantasmada urdida por la Junta de Andalucía. ¡Bravo!, ¡bravísimo!, señor presidente.

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