
La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La mejor parada de bus del mundo
Por algún sitio deben llegarle a Sánchez todas las mentiras, los embustes, los cambios de opinión, los pactos con los independentistas y republicanos, los como quieras llamarle. Además su proyecto (qué horror de palabra) avanza sin freno por las geografías de las Casas del Pueblo, digo que rara es donde no se impone la lista de Sánchez o la lista de la franquicia de Sánchez. Salvo Castilla-La Mancha, salvo Emiliano García Page. A mi lado algunos se cabrean cuando parece que va a dar, incluso cuando da. Con el dicho clásico de los cojones en Despeñaperros. Si todo lo hace tan mal el jefe, y tan convencido está, podría decirle que se quede con los siete votos de Junts, que él se va a quedar con los de Castilla-La Mancha, que son más de siete, exactamente ocho.
Pero esta última ratio la tiene guardada, amaga y amaga pero no le dice a su secretario general que se acabó lo que se daba. Es una de las anomalías de la política española, este líder manchego que habla muy claro y se queda en el precipicio, no quema las naves ni encabeza la revuelta de los muchos que hay pero que no quieren perder esto ni lo otro, lo poco o lo mucho que reciben por metabolizar los cabreos que les procura Pedro, lo último con la entrega de las fronteras a Puigdemont bajo el paraguas de que es una delegación.
¿El más tonto hace relojes? ¡Y funcionan! Así que Page parece que ha vuelto a levantar la bandera blanca de la decencia junto a la del puño y la rosa para pedirle públicamente al general secretario que rompa definitivamente con Puigdemont, que es la xenofobia, el racismo y la insolidaridad. Además de ser un golpista y un prófugo de la Justicia. Esclavo de sus propias palabras, pese a la manga ancha conocida, ha descartado la solución al problema que exaspera a don Emiliano y saca de quicio a tantos: descartar una grossen coalición, a la alemana por supuesto. ¿Nada los unen? ¿Sería lo mismo si el PSOE hubiera tenido cien votos más que el PP? Como quiera que su fuerza (menos que la Falange en Bilbao, diría un amigo mío) está en los pactos que conocemos, la grossen, que daría respuesta a los retos gravísimos de estos tiempos, se podría afrontar con diligencia y buen sentido. Como va a hacer Alemania otra vez, y hace Francia. Es lo que le falta a Page. De rostro grave, bien; de palabras severas, bien. Faltan las obras, la verdadera lucha contra lo impune de las mentiras y lo que hay. Hasta aquí hemos llegado, Pedro.
También te puede interesar
Lo último