La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La sanidad funciona bien muchas veces en Andalucía
Canarias explotó. La masificación del turismo y el modelo de explotación turística habían producido pequeñas explosiones en la península, pero ninguna con las dimensiones y la proyección nacional e internacional de la canaria. Supongo que los insulares tienen una mayor conciencia de los límites de su territorio y su capacidad para acoger visitantes sin que sus formas de vida y su ecosistema sean gravemente dañados. Canarias tiene un límite era uno de los lemas de las multitudinarias manifestaciones que llenaron todas las ciudades de las islas. Reivindicaban los manifestantes un cambio en el modelo turístico, la protección de los espacios naturales, la implantación de una moratoria turística, la regulación de la compra de vivienda por extranjeros, la limitación de la construcción de más hoteles y la aprobación de una ecotasa que se revierta en la conservación del territorio.
Otro de los lemas de los manifestantes daba una curiosa vuelta de tuerca a la consideración, sin matices, sin control, del turismo como fuente de riqueza: “Las islas no viven del turismo, el turismo vive de ellas”. Es algo más que un juego de palabras. Expresa la protesta ante una explotación depredadora en la que el turismo deja de ser una ordenada y controlada fuente de trabajo y de prosperidad para los habitantes y el territorio para convertirse en una forma de explotación que lo depreda para su propio beneficio en mucha mayor medida que para el de los lugareños. En las dos últimas décadas la llegada de turistas ha aumentado en un 50% a la vez que los canarios han perdido 1.700 euros de renta per cápita. Cuestión resbaladiza que puede dar lugar a la peor demagogia, pero también una realidad evidente. El ojo del amo engorda al caballo. Pero el ojo ávido lo ceba hasta el extremo de reventarlo.
Por no salirnos de lo insular: Venecia, formada por 118 islas nada menos, cobrará 5 euros a los turistas que no pernoctan en ella. Otro problema es que la multiplicación de alojamientos y servicios para turistas la esté despoblando de vecinos (ha perdido 125.000 habitantes desde los años 60, quedando por debajo de los 50.000). Sevilla, Málaga y otras ciudades andaluzas no son islas, pero también revientan. Andalucía batió su propio récord recibiendo 33,9 millones de turistas en 2023 y prevé alcanzar los 35 millones en 2024. Contra lo que dice el refrán, a veces lo que engorda también mata.
También te puede interesar
Lo último