Monticello
Víctor J. Vázquez
El auxilio de los fantasmas
Han afeado la edad de Paco Herrero para que deje la presidencia de la Cámara de Comercio de Sevilla. Y el hombre se ha defendido asomando los cañones como los que están en la fachada de Capitanía General, donde ejerce con tacto exquisito el teniente general Melero. Herrero se encuentra muy bien de salud, dispuesto a seguir dando guerra, a acudir a nueve recepciones al día en la Feria y, por supuesto, tiene ya las cubanas perfectamente planchadas para cenar este agosto en El Buzo. Hay quien dice de Herrero, último mohicano de la Sevilla de los 90, que es el Paco de la Torre de la Cámara y el Reagan del empresariado andaluz. Por fortuna hay cada vez más octogenarios en buena forma como para trabajar y dirigir empresas, instituciones y colectivos, por lo que hay una generación que también ha de posponer su acceso a determinados escalafones. ¡No tengan prisa que todo llega! ¡Si llega hasta el C-2 de Tussam que te lleva lejísimos!
Biden dirige los Estados Unidos y su aspecto no es ni la mitad de bueno que nuestro Paco. El Papa Francisco es otro que supera los 80 y dirige nada menos que la Iglesia Universal. Herrero representa una Sevilla, una Andalucía, que se mantiene en el sitio mientras los demás desaparecen por razones diversas. Algo tiene el agua cuando la bendicen. Llegan noticias de que Herrero no para, ora en negocios inmobiliarios, ora en entregas de premios con derecho a fotografía, ora en videollamadas con esas cámaras iberoamericanas que tanto le gustan. Don Francisco ve la ciudad por la cristalera del rascacielos Torre Sevilla, el sitio donde no se puede abrir una sola ventana, pero corre al aire fresco... Tiene una altura de miras literal. Le reprochan la edad. Ay, tiempo al tiempo le pido y tiempo el tiempo me da... Todo lo arregla el tiempo, todo lo cura, todo lo cicatriza. Nada es eterno salvo las Diputaciones Provinciales. Hay una Sevilla de Paco Herrero que prima por encima de todo el estar. Y, claro, si no hay presidencia de la Cámara sólo nos quedaría ser un ilustre hermano de las Penas de San Vicente. Que no es poco, que lo es todo, pero no sería lo mismo.
Siguen Biden y Francisco, ¿por qué no nuestro Paco Herrero? Hacen bien las siguientes generaciones en pelear por el sitio, pedir rematar balones y demandar su oportunidad, pero las circunstancias mandan. Que se lo expliquen a uno muy conocido del PP que quería ser alcalde de Málaga. “Espera a que se vaya Paco”, le dijeron. Se fue a otros asuntos. Los Pacos tienen más aguante que la sábana de abajo.
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