La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
Editorial
EN la recta final de su tercer mandato, Alfredo Sánchez Monteseirín ha hecho pública hace unos días su decisión de crear un nuevo distrito dentro del actual mapa territorial de Sevilla, que se reformó con motivo de la redacción del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). El objetivo oficial de tal idea es singularizar de alguna manera la Isla de la Cartuja. El espacio urbano de la antigua Expo 92, que comparten ahora el Parque Tecnológico, la Universidad e Isla Mágica, se incluyó entonces dentro del nuevo distrito Triana, antaño ligado además a Los Remedios. La medida, a la que sólo se le puede poner reparo en relación al momento mismo de su formulación (podía haberse hecho perfectamente en 2006, cuando se aprobó el PGOU), parece perseguir más los beneficios en términos de imagen que pudieran derivarse del hecho de hablar, sobre todo fuera de Sevilla, del Distrito Cartuja que lograr a corto plazo otro tipo de mejoras. La isla, cuyo grado de abandono ha sido intenso en los últimos 18 años, tiene desde su origen un problema de encaje urbano evidente que no se solucionará con la creación de una junta municipal, sino impulsando los proyectos concretos que ya existen para ampliar sus usos y dotarla de los equipamientos públicos de los que carece. La existencia de múltiples organismos públicos o mixtos consagrados a la Cartuja (Cartuja 93, Agesa, la Entidad de Conservación del Parque Tecnológico) no ha contribuido en los últimos tiempos a resolver esta situación de autismo urbanístico que existe entre el antiguo recinto de la Expo y el resto de Sevilla. Más bien el camino correcto pasa por acometer una reurbanización integral, hacer los aparcamientos que el gobierno local nunca desarrolló, habilitar la línea ferroviaria de Cercanías y, en general, poner las condiciones para que los nuevos espacios terciarios, incluidos en el PGOU, permitan generar el tejido urbano necesario para su correcta integración. Dado que en su momento se decidió excluir los usos residenciales, el único método viable para coser la Cartuja con Sevilla pasa por incentivar el comercio, retirar las vallas que desde hace lustros impiden el libre tránsito salvo en zonas muy concretas y construir los equipamientos prometidos; por ejemplo, las pasarelas. Todo lo demás es secundario.
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