¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
El estilo de los viejos profesores
El microscopio
AFabian Barthez le ha salido un sosias en Sevilla. Barthez era aquel singular portero calvo de la selección francesa que, capitaneada por Zidane, se proclamó campeona en el Mundial de Francia. Allí se forjó la leyenda de que un beso en la calva de Fabian daba suerte. Así que, antes de cada partido, el líbero bleu, Laurent Blanc, repetía el rito y se acercaba a la portería a besar ceremonialmente a Barthez en la cabeza. Monteseirín ha hecho lo propio con Manuel Enrique Llorente: eufórico por haberle ganado las elecciones en la agrupación de la Macarena, no se pudo contener y lo besó en la calva. Luego, otros han seguido su ejemplo. Llorente ha quedado así como el icono de la buena suerte en el sector crítico del PSOE.
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