La nueva Esperanza

Aguirre ha mostrado suapoyo a Ayuso llamando a los dirigentes nacionales del PP "niñatos y chiquilicuatres"

01 de noviembre 2021 - 01:49

La España liberal-conservadora adora a Esperanza Aguirre. En tiempos -los de Mariano- en que la derecha política se entregó al pensamiento líquido y al maniobrerismo del marido de Villalobos -precursor de la teoría del contenedor vacío de Iván Redondo- el votante del PP valoraba en Esperanza su determinación y su falta de complejos ideológicos. Aguirre está orgullosa de ser de derechas y eso a sus electores y a los medios que siguen sus electores les pone muchísimo. Y por su bizarría, a la que fuera presidenta del PP madrileño, los suyos siempre le han otorgado patente de corso. Ha estado en todas las conspiraciones, en el tamayazo, le estallaron en las manos Caja Madrid, López Viejo y después Granados y toda su tropa. A uno de ellos, un tal Juárez, dijo no conocerlo de nada hasta que le sacaron diez vídeos con él, bromeando en alguno sobre su barcelonismo. En un país medianamente serio -aunque cada vez van quedando menos- sólo el chusco episodio del coche y la persecución policial habría sido suficiente para hacerla dimitir, pero aquí sus hooligans la jalearon y le pidieron que siguiera dando caña. Aguirreitor -hallazgo del cómico Joaquín Reyes- fue la Catwoman del thatcherismo hispano y su club de fans no sólo le rio todas las gracias, sino que la animaba a que siguiera haciendo lo que le saliera del mismísimo.

Ahora Esperanza Aguirre respalda la postura de Isabel Díaz Ayuso en relación con el adelanto del Congreso del PP madrileño, al que la presidenta de la Comunidad tiene intención de presentarse como candidata para liderar el partido en la región. Porque, aunque Isabel sea una muchacha de la calle, con pasado reciente de novio peluquero, y Esperanza condesa consorte de Bornos y Grande de España, la ex presidenta se vio a sí misma, rejuvenecida, en los carteles electorales de Ayuso. Y en esa defensa a ultranza del propio modelo y la actitud cimarrona de quien se echó a la espalda la oposición a Sánchez y a la cúpula de su propio partido. Demasiadas similitudes como para no ungirla como heredera. El problema -lo ha recordado recientemente Teodoro García Egea, secretario general del PP, a quien Ayuso tiene bloqueado en el móvil-, es que en la etapa de poder omnímodo de Aguirre en el PP madrileño anidaron las tramas corruptas de Gürtel, Púnica o Lezo. Aguirre ha mostrado su apoyo a Ayuso llamando a los dirigentes nacionales del PP "niñatos y chiquilicuatres". Un regalo envenenado para la nueva Esperanza de la derecha desacomplejada.

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