La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La sanidad funciona bien muchas veces en Andalucía
Rematada la Velá y en el corazón de un amago de tregua térmica, el verano avanza y la canícula se muestra inmisericorde, siempre aliada con el temible viento de levante. Vamos llegando al ecuador del verano y, mal que bien, vamos superando esos puertos de montaña que son los picos del termómetro. En breve, esos movimientos migratorios de los que vienen de la playa y los que se dirigen a ella. Ayer al despertar nos dábamos de cara con una de esas treguas térmicas que humanizan nuestro feroz verano y eso es muy de agradecer. Va buscando las tablas julio y en boxes aguarda el inquietante agosto sin saber qué puñetería nos tendrá guardada. Y en esas estamos cuando nos acecha la añoranza de aquellos veraneos norteños, rebequita incluida en el paseo vespertino, se fueron para nunca jamás.
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