¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
Rayos y centellas que no se correspondían con la época del año que vivimos, tiempo de vendimia y calor del membrillo que brillan por su ausencia. Tremebunda tormenta que a orillas del mar parece aún más espectacular de lo que es en sí y que sobrecoge, vaya si sobrecoge cuando, en la alta madrugada, el trueno sucede al relámpago tan pronto que esa seguridad de la cercanía hace que el fenómeno intimide más de lo habitual. Septiembre atípico éste que vivimos con el Coto en una lontananza brumosa y con unos ocasos en los que el sol pierde protagonismo. Decíamos días atrás que este tardoveraneo que elegimos huyendo de la turbamulta agosteña tenía muchas connotaciones con otros que antaño vivimos con jersey a orillas del Cantábrico. Y la verdad es que no se echa nada de menos aquel calor pegajoso, ese del membrillo tan habitualmente molesto de este tiempo.
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