Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
El ministro Óscar Puente, icono perfecto de la política mostrenca y degradada de hoy, desvela con la mayor naturalidad que ha encargado a su equipo que recopile todos los artículos que ofenden el prestigio de tan alta lumbrera del socialismo del siglo XXI. Ni se ha dado cuenta de que ha reconocido que ha encargado lo que comúnmente se conoce como un dossier. ¿Con qué objetivo? Seguro que alguna causa altruista (tururú). Los asesores pagados con dinero público se tienen que preocupar de semejante labor enciclopédica. Una característica de la política de hoy es la pérdida del recato, el descaro y la actuación desde una sensación de impunidad. Antes se disimulaba, se guardan ciertas formas y no se reconocía lo que cualquier podía intuir. Un ministro del Reino de España le dice a Carlos Alsina que ha puesto a sus colaboradores al desempeño de tal fin porque dice que le insultan y que hasta usan su físico porque es “feo”. Y lo dice un tipo que bloquea a sus administrados, pierde el tiempo en las redes sociales en vez de estar consagrado a su parcela, que no es poco importante, y realiza manifestaciones groseras sobre la relación sentimental de una dirigente del PP, aquello del “derecho a roce”. ¡Ministro! Y si esas prácticas las hacen los de la acera de enfrente, muy mal hecho. La grosería y la falta de estilo son transversales. Pero el ministro ahora es Óscar Puente, de piel finísima, con gusto por la acidez siempre que sea la que él administra, claro; y empeñado en ser la Celia Villalobos del sanchismo.
Nos hemos acostumbrado a la mentira, la desvergüenza, el cinismo de catálogo y el tono de macarra en los gobernantes de este país. Alguien debería recordarle a Pachi López, por ejemplo, que fue lehendakari con los votos del Partido Popular. ¿Recuerdan? El único lehendakari que no ha sido del PNV. Una de las herencias del sanchismo será esa normalización del mal estilo y el reconocimiento expreso de prácticas que antes eran tácitas. “¿De quién depende la Fiscalía, ¿eh? ¿De quién depende?”. Aquella pregunta retórica que hizo el presidente del Gobierno en el inicio del curso político de 2020 dejó la vía abierta a que su tropa tuviera barra libre. Ironías del destino, hemos elevado a la categoría política de normal, lo que a nivel de pandilleros era plenamente normal. Y lo peor es que ese estilo arrastra a la oposición más veces de las deseadas a riesgo de quedarse en una posición interpretada como endeble. Óscar Puente es un ejemplo de la peor política al desnudo. Sus dossieres de hoy no servirán ni para envolver el pescado de mañana. En el fondo es un tipo con buen humor. Un chico de Valladolid con el que echar un mediodía de risas con un buen lechazo.
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