Carlos Amigo Vallejo

La nobleza sencilla

21 de noviembre 2014 - 01:00

LA duquesa de Alba ha fallecido con muchos años de vida. La vejez venerable no son los muchos días vividos, no se mide por el número de años, sino por haber llevado una vida llena de bondad. Esto es lo que dice el Libro de la Sabiduría, una sentencia que vemos reflejada en la historia personal de la duquesa de Alba. Podemos definir su personalidad como la nobleza de la sencillez. Tenía nobleza de estirpe, era una aristócrata, pero sobre todo tenía nobleza de corazón. Mujer de profundas convicciones religiosas que ella canalizaba a través de la religiosidad popular, de aquellos elementos de fe y de cultura con los que el pueblo expresa sus más profundos sentimientos religiosos. Una religiosidad popular muy sevillana, en la que siempre cuentan las tradiciones recibidas de sus antepasados, el profundo amor a la familia y los gestos sencillos pero llenos de contenido. Era una mujer muy cercana al pueblo pero nunca populista. En no pocas ocasiones tuvo que pagar el precio, siempre alto, de la popularidad. Sabía que su vida estaba marcada por una especie de hipoteca social. Ella se debía a los demás. Y es aquí donde encontramos otro rasgo de su personalidad: una mujer generosa, no sólo desde el punto de vista caritativo, de ayuda económica al necesitado, sino también de generosidad de corazón para olvidar enseguida cualquier gesto que le hubiera hecho sufrir.

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