¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
El clarete y La Roldana
La aldaba
Conviene tirar de hemeroteca tan solo unos meses, no hace falta recurrir a páginas en sepia. En septiembre se lió parda porque la Comisión Española de Ayuda al Refugiado activó en Alcalá de Guadaíra un dispositivo de acogida humanitaria para atender a 85 migrantes subsaharianos solicitantes de asilo. Muchos vecinos se alarmaron. Y fueron alarmados, todo sea dicho, mediante proclamas inflamadas hábilmente dirigidas. El único problema que verdaderamente se produjo fue la falta de información a las autoridades locales, que se enteraron por el hotel. Basta recordar los testimonios de algunos vecinos recogidos por las cámaras de televisión. Un señor: “Yo no soy racista ni ná, pero hay muchos sitios vacíos para poderlos meter y no aquí en el centro. En la carretera de Utrera hay un hotel abandonado donde meter a toda esta gente. Los problemas se verán con el tiempo. Ahora están muy bien, pero dentro de cinco o seis meses se verá. No es lo mismo encontrarte a uno que a una tanda de ocho o diez, que ya eso te acojona”. Una señora: “Todos los vecinos estamos preocupados porque no sabemos cómo son, si se comportan, si son personas sociables, si son personas buenas, es que no se sabe cómo son... espero que se comporten porque es una zona buena de vecinos... Hay vecinos buenos que no se merecen que vengan otras personas que hagan daño”.
Se ha visto con el tiempo que no ha habido ningún problema. En tres meses, ninguna incidencia. Y, sin embargo, en Sevilla se han producido operaciones policiales de muy diverso tipo para, por ejemplo, disolver aglomeraciones en fiestas y otras concentraciones de empadronados aquí. La inmigración ilegal es en primera instancia un drama humano. Vemos cómo llegan los que llegan, pero nunca vemos a los que no llegan ni llegarán a ninguna orilla. Y después, cómo no, es una ilegalidad que como tal se debe combatir con leyes y planes especiales que incluyan medidas humanitarias. El problema de Canarias, nuestra particular Lampedusa, se agrava justo cuando los dos grandes partidos tienen volados los puentes de comunicación. He ahí la desgracia habitual, muy española por cierto. Las mafias han visto un coladero en el archipiélago y se están cebando. El Gobierno de España tiene que emplearse a fondo, mucho más a fondo, y coordinarse con eficacia con el ejecutivo autonómico. El PP debe colaborar activamente en la búsqueda de soluciones y ejercer de partido verdaderamente mayoritario. En 2024 han llegado 45.000 migrantes ilegales a unas islas que se volverán insostenibles por el drama de tantos desesperanzados y por el efecto, ay con los irónicos contrastes, de un turismo depredador. En Alcalá no ha pasado nada, pese al calentamiento vecinal. Y no hace fata que acuda Francisco invitado por el Gobierno de Sánchez para decirnos lo que ya sabemos. El Hierro es nuestra ración de vergüenza en el Atlántico. Justo lo que denunció el Papa en el Mediterráneo.
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