
La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La zona militar es la mejor de la Plaza de España
Los partidos deben legislar con la certeza de que algún día dejarán de gobernar y serán otros quienes aprovechen las leyes ventajistas que idearon para imponer criterios que van más allá de los buenos modos democráticos. Y esto vale para las leyes, los nombramientos y el comportamiento ante el Parlamento, de tal manera que si hoy Pedro Sánchez nombra a una militante socialista presidenta de la Radio y Televisión Española, a una reciente asesora, magistrada del Constitucional o utiliza los decretos ómnibus para colar por la gatera reformas legales que piden leyes, debe saber que abre inquietantes precedentes para cuando vuelva a gobernar el PP. Con o sin Vox. Se trata de un principio básico de empatía democrática: no hagas lo que creas que está mal si lo acometiese otro.
Viene a cuento de la negativa del PSOE a presentar un proyecto de Presupuestos Generales del Estado, a pesar de que la literalidad de la Constitución es taxativa sobre esta obligación. Ante la falta de apoyos parlamentarios, el Gobierno intenta sortear otro mal rato en el Congreso. Sus socios catalanes son desleales y hasta cierto modo incompatibles entre sí, y Sánchez parece optar por soslayar esta obligación de llevar unas cuentas que sabe seguro que, en estos momentos, serían rechazadas por ERC, Junts y Podemos. Incluso por Sumar.
Es cierto que el Gobierno sí dio el primer paso en julio de 2023 al presentar la senda de deuda y déficit y que ésta fue rechazada por Junts, pero eso no le salva de presentar el proyecto de ley, porque éste puede atenerse a los objetivos anteriores, los de 2022, o a los que presentó ante Bruselas. Son comportamientos como éstos los que deterioran las democracias.
Y después está el tal Carlos Mazón, este presidente achicharrado que recibe elogios todos los días de Elías Bendodo. ¿Qué necesidad hay, Elías? ¿Qué necesidad hay? Al referirse a la presentación del Presupuesto, Mazón ha declarado que Pedro Sánchez “no tiene lo que hay que tener” para ir al Congreso. No tiene el presidente del Gobierno, se supone, lo que a él le sobraba la tarde de El Ventorro, cuando 228 vecinos se morían mientras él, aturdido, presumía cual urogayo en celo de lo que hay que tener y su consejera de emergencias carecía de ello, de ahí que esperase la orden de quien manaba tanta tenencia. Malos precedentes del Gobierno, fatídicos argumentos de la oposición.
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