¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
El ‘mapping’ y el ninguneo a Chillida
Nunca puedo olvidar lo que decía mi padre que había visto en el Madrid de los años 40. Se trataba de un cartel clavado arriba del mostrador de un bar. Rezaba: “Beber (sic) que tenéis buen vino, de política ni hablar y antes de salir, pagar”. Mi padre le daba carácter de frase en piedra para no olvidar. Víctima de la Guerra Civil (lado republicano), había criado un rechazo visceral por la política y los políticos. Lo mantuvo toda la vida. Y nos lo inculcó a los hijos. Ahora que vuelve Franco de la mano de Pedro Sánchez, y con él la estrategia para enharinar a toda la derecha y la extrema derecha de franquistas, más la zona moderada del país que quiso encerrar en la Constitución de 1978 las divisiones y los enfrentamientos, he recordado a mi padre y su biografía de tramos tristísimos y dolorosos. Por decirlo todo, fuimos hijos de monárquica y alérgico a la política. Y de casi todo el franquismo, porque nacimos en la segunda mitad de los 40 y la primera de los 50. Cuando murió el Caudillo (a veces lo digo así para observar el respingo que pegan algunos) yo tenía 24 añitos. Educado en los frailes, oía misa todos los días pero no cantaba caralsoles. Tiene la importancia que tiene pero es la verdad. Y he conocido a muchos franquistas, a muchísimos. Que luego se fueron desfranquizando. En el Partido Popular, en el PSOE, en otros. Pero bueno, los apóstoles negaron al Señor luego de que fue prendido: no lo conocemos, no sabemos quién es… Hoy pienso que es normal, muerto Franco no iba a sobrevivir el franquismo, hasta el más limitado lo percibió. Y mucho más cuando se fueron cayendo de la televisión los Arias Navarro y demás estantiguas de chaqueta blanca, boina roja y brazo en alto. Habla, pueblo, habla y otras canciones fueron configurando otra estructura de convivir, otros modos de relación. Digo que si unos volvían sobre sus pasos, diciendo las barbaridades del pasado, los otros argumentaban con un y vosotros más. Aunque el problema no fuera ni de unos ni de otros, pues muchos de aquellos impunes habían muerto y otros morían sin parar, pues el calendario actúa siempre de guadaña. Los que teníamos pocos años y acabábamos de inaugurar nuestras vidas no queríamos que, como nos sucedió a nosotros, tuviéramos que convivir con la historia de nuestros abuelos y en alguna medida, de nuestros padres. Pero llegó Rodríguez Zapatero y puso el drama en la mitad de la vida española, y ahora Sánchez lo quiere hacer de nuevo. Franco vuelve para envenenar el aire de España. ¿Inevitablemente?
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