No nos engañen, hablemos de la guerra

La aldaba

Ahora no es el drama humano de la inmigración ni el vergonzoso debate sobre el reparto de menores, sino el reto del rearme

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La presidenta de la Comisión Europea.
La presidenta de la Comisión Europea. / Agencias

22 de marzo 2025 - 04:00

Estábamos en Europa y en España con el foco puesto en la inmigración. En el drama humano de la inmigración, que siempre se olvida empezar por el principio. Damos por amortizado que se trata de seres humanos que huyen de su mundo para buscar un lugar donde sobrevivir. Se negocia con las cifras del reparto de menores por comunidades autónomas y se ignora el número de los que ni alcanzan la costa, pero se olvida la causa principal del problema. Estábamos metidos en ese debate cuando las elecciones de los Estados Unidos han provocado un vuelco en las prioridades, en las agendas institucionales, en los objetivos de las potencias que controlarán el nuevo orden mundial. Y Europa, la vieja Europa, se ha visto sorprendida y conmocionada como un tren descarrilado cuando apenas llevaba unos días con un nuevo gobierno del que ya no valen los objetivos señalados en el discurso de investidura de la presidenta. Ahora, ay, oímos el siguiente mensaje que suena a música de gramola de película sobre la Segunda Guerra Mundial: “Si Europa quiere evitar la guerra, debe prepararse para la guerra”, dijo el martes en Copenhague la presidenta Ursula von der Leyen. Si vis pacem, para bellum. Qué felices éramos con los debates del bienestar.

¿Debemos cambiar el rótulo de la fachada y que diga Congreso de los Diputados y las Diputadas? ¿Debemos dejar que los escolares tengan las tardes libres sin el trauma de los deberes porque ya han pasado suficientes horas en el colegio? ¿Están estresados los linces de Doñana? ¿Son los perros seres sintientes?¿Se debe aludir al Colegio de la Abogacía en lugar de al Colegio de Abogados? ¿Está usted ecodepresivo?Elogiemos a las nuevas generaciones que valoran más el tiempo de ocio que el del trabajo, fomentemos cuanto más tiempo libre mejor, desterremos la vocación, el mérito, el sacrificio y el esfuerzo; primemos la cultura del pelotazo, el negocio fácil y la ocurrencia. Estábamos en todo eso cuando el siglo XXI se pareció de pronto a los peores años del XX. Y nos sorprendió con el paso cambiado. Ninguno de los debates de una sociedad más decadente que desarrollada nos aportará ahora soluciones para los nuevos retos que, por otra parte, son enormemente viejos. Hasta tenemos un presidente que nos enreda con el rollito buenista de no gustarle el término “rearme” al referirse a la prioridad número uno del ViejoContinente. El tipo sigue con el buenismo, el bienquedismo y el flower power. Un jefe de Gobierno que se centra en el lenguaje en esos términos no toma por adultos a sus administrados. Miren a la presidenta de la Comisión Europea. Hace unos días su discurso se centraba en la inmigración, hoy en la guerra. Elijan a quien quieren creer. Al final pierden siempre los desesperanzados.

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