El neobarroco administrativo

El neobarroco administrativo puede admirarse en las sedes electrónicas y en los portales del ciudadano

18 de junio 2024 - 00:30

De entre los estilos online propios de la contemporaneidad (lean esto poniendo voz en off de documental) cabe destacar el neobarroco administrativo, que se encuentra especialmente asentado en Andalucía. El neobarroco administrativo –también conocido como grutesco virtual– puede admirarse en cada enlace de las sedes electrónicas de ayuntamientos y diputaciones, así como en las trazas cruciformes de los portales del ciudadano, el docente, el empleado, el alumno y el paciente. El sistema de escritura propio de este estilo y periódico histórico es la jeroglífica de mayúsculas, minúsculas, números y símbolos.

La razón de ser del neobarroco administrativo –juran sus sacerdotes– es hacer más fácil la vida de la plebe. ¡Fuera largas colas y horas de espera! En su solo clic, podrán pagar alcabalas, disponer de un caballo de posta, cobrar sus cosechas o sus bolos de juglaría. Se trata además –continúan hablando los arquitectos cibernéticos– de un sistema garantista y segurísimo, pues registra y acredita cada gestión y hace que no se escape ni un solo maravedí (menos aún de las arcas públicas) de la intervención. Que me expliquen entonces por qué puerta se les cuelan los pequeños nicolases, los hackers o los que se forraron vendiendo a precio de azafrán y a costa del erario público mascarillas en lo peor de la pandemia.

Para construir el neobarroco administrativo, “los pardos capellanes de la macroeconomía” (Argüez dixit) han empleado como mano de obra a nativos digitales. A diferencia de otros estilos, éste no persigue la armonía sino la tortura y aflicción de esclavas y esclavos que se creen patricios y repiten a todas horas: “Yo me considero una privilegiada”. En cada administración, el proceso es tan rococó como dispar, de modo que cualquiera que tenga que presentar una factura emplea más tiempo y sacrificio en intentar cobrar que en la elaboración del trabajo mismo. La complejidad de las gestiones es tan variada y creativa (y no hay ni un número de teléfono donde pedir ayuda humana) que los no iniciados hemos de recurrir, previo pago, a los médiums de las gestorías. A menudo, hacer con primor un trabajo cuesta menos que elevar la sagrada proforma, intentar rellenar el nosequé a terceros en formato no editable, llamar a las altas puertas del registro general, actualizar el autofirma, atravesar el foso del FACE y adjuntar el certificado del certificado sin el cual no podré obtener el certificado. Lasciate ogni speranza voi ch’entrate.

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