Nuestros muros son invisibles

19 de septiembre 2024 - 03:08

Keir Stamer, el primer ministro laborista del Reino Unido, visita a Giorgia Meloni en Roma para que le dé lecciones de inmigración. “Italia –explicó el premier el pasado lunes– ha logrado una reducción drástica de la inmigración irregular y quiero entender cómo ha ocurrido”. En Alemania, el socialdemócrata Scholz ha reforzado el control de las fronteras con sus aliados europeos como respuesta al auge de la ultraderecha en dos regiones del este. El próximo domingo hay elecciones en Brandeburgo, y el SPD intenta que no se repita lo de Turingia y Sajonia, donde Alternativa por Alemania, un partido ultraderechista bajo la vigilancia de los servicios de inteligencia, quedó en primera y segunda posición, respectivamente. Subrayemos: Stamer, laborista, y Scholz, socialdemócrata, no son ni Donald Trump, el que acusa a los haitianos de comerse los perros de Ohio, ni Meloni, que planea enviar a los peticionarios de asilo a la pobre Albania.

Hay muros que no vemos porque padecemos un temor paralizante a afrontar nuestras contradicciones. Ceuta y Melilla, por ejemplo, que son dos ciudades amuralladas. El África subsahariana arde a causa de la guerra que enfrenta en Mali al ejército nacional y los mercenarios de Wagner con una coalición de yihadistas y tuaregs, pero Túnez y Libia están cerradas a la inmigración por los acuerdos establecidos con la Italia de Meloni, de tal modo que el miedo se escapa por la muy peligrosa ruta de las Canarias. En eso consiste el éxito de Meloni del que Stamer quiere aprender.

Ceuta ha vivido una situación muy especial este fin de semana, cuando cientos de jóvenes marroquíes, argelinos y subsaharianos han intentado asaltar la frontera en una acción fijada y alentada desde las redes sociales. Es la primera vez que las fuerzas de seguridad de Marruecos se emplean a fondo para proteger la frontera española de su propia población, se han sucedido las cargas, los enfrentamientos a pedradas y las detenciones en Castillejos, la población marroquí más cercana a Ceuta.

La inmigración irregular se ha colado en las agendas de los gobiernos socialistas de Europa, ya no es una prioridad exclusiva de la ultraderecha ni un comportamiento mimético del PP de Feijóo y Tellado hacia Vox, las visiones son diferentes, ni Stamer ni Scholz criminalizan al que desean llegar, pero han sentido en su propia piel cómo el fenómeno puede desequilibrar sus democracias.

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