Cuarto de muestras
Carmen Oteo
La herida milagrosa
Sevilla/La muerte es un negocio que nunca quiebra. A todos incumbe, a todos interesa. A unos sorprende, otros la esperan. Vivir de la muerte es rentable, la actividad nunca cesa. El alcalde Sanz bien lo sabe y sube el precio del óbito. La ordenanza fiscal de 2024, ay pájaros munícipes que se os ve el vuelo, incluye una subida del 50% de la tasa por incineraciones y nada menos que del triple en los depósitos comunes de cenizas. Las inhumaciones suben de los 37,69 a los 113,38 euros. ¡El tarifazo de la guadaña! Estábamos distraídos con la imposición de una tarifa por casamiento en el Salón Colón, que pasa de cero a 116 euros, cuando el gobierno local nos sorprende con pasarle la cuenta a los difuntos. In ictu oculi, Oseluí. Los muertos pagan el muerto. Quieren además subir la tarifa del agua un 30% y veremos cuántos precios más. ¿Pero quién se queja del coste de morirse? ¿Quién alza la voz por los causantes? No nos quedarán jurdeles ni para pagar la copa tras las exequias, que ya se sabe que quien no bebe vino tras un funeral el suyo viene en camino. Morir en Sevilla es más caro, vivir ni lo comentamos. No hay bastantes ingresos con el IBI, de soltera contribución urbana; el IAE, el ICIO, la Plusvalía, el sello del coche y todo el elenco de tasas que hay que exprimir más los bolsillos cuando el personal anda con la guardia más baja. El muerto al hoyo (cada día más caro) y el vivo al bollo (sin aceite).
La cosa se pone tan gravosa para espicharla que habrá que gestionarse no ya un seguro, sino un sobresueldo para costearse los trámites de la parca. A ver si inventan el cheque del crisantemo (nominativo, por favor) como en tiempos existió el cheque bebé, que al final las cosas se llevan mejor con cheques. Los muertos pagarán las obras municipales pendientes y compensarán la pérdida de los ingresos de los contribuyentes que se dieron el piro al buscar la diáspora de los pueblos próximos, donde el coste de la vida es menor. Hace tiempo que nos alejamos de los 700.000 habitantes. Con el tarifazo del cementerio podremos mejorar los servicios para atender a los chinos que esperamos como agua de mayo. Aguardamos al agua... y a los chinos. No tendremos veladores prorrogados para tantos chinos, pero siempre habrá difuntos que coticen más, mucho más. Por el camposanto le entrará la vida a la Hacienda local, sublime contradicción donde las haya. Gobernar es imaginar soluciones. Más dinero, más turistas, más veladores. Sevillano, lo que no pagues en vida lo abonarás desde el paraíso. Lo canta la sevillana: en Sevilla hay que morir. Pero pasen por taquilla.
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