La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Pasan los días entre promesas y timos
Sevilla/En Sevilla se conservan trozos de edificios antiguos gracias a los cuales nos podemos hacer una idea de cómo fueron determinados inmuebles que nunca debimos perder. La fachada artística de la casa palacio de los Cavalieri se mantiene en el acceso principal al actual supermercado Aldi , donde en tiempos el Corte Inglés tuvo un comercio con productos de tecnología y muchos años antes funcionaba el hipermercado Lubre. Del palacio que estaba enfrente, el de los Sánchez-Dalp, no queda ni eso. Tan sólo las fotos y los vídeos que Nicolás Salas se encargó de recopilar y difundir. Qué decir de los restos de la antigua mezquita, el Patio de los Naranjos entre ellos. Con los comercios y bares ocurre como con la arquitectura. Echan abajo todo lo que había, aunque fuera bueno y rescatable, para hacer algo nuevo, no necesariamente mejor. Perdemos mostradores, vajillas, menaje... que forman parte de nuestras vidas en muchos casos. En Ochoa pueden contemplar, debidamente expuestos, las antiguas cristalerías y lozas. Buena parte del mobiliario del Alfonso XIII fue subastado y está repartido por muchos domicilios privados.
El otro día nos llevamos una alegría en la nueva sede del Aero en la calle Francos, donde el presidente Enrique Moreno de la Cova ha encontrado un lugar mucho mejor (y ya era difícil la empresa) que el de la Avenida. Entras en el Aero y, entre otros motivos de buen gusto, te encuentras con una barra de bar que está organizada con los mostradores de madera de los antiguos almacenes Peyré, que así lucen donde siempre estuvieron, cuando ese comercio era todo un motor económico que generaba un trasiego de público por Francos y Álvarez Quintero hoy desconocido. Los mostradores son preciosos, amplios como necesariamente debían serlo para extender las telas ante las clientas, y aparecen cuidados y reutilizados para uso hostelero. También se disfrutan en esta nueva sede de un precioso tapiz y hasta de una alfombra del Hotel Ritz de Madrid, suponemos que anterior a la gran reforma, por lo se corresponde con la mejor etapa del establecimiento.
Peyré es hoy el Aero con sus antiguos mostradores. En sus confortables estancias ya no están las telas, sino tertulias en muchos casos de calidad, como la que se pudo celebrar el pasado viernes con Carlos Urquijo, que recuerda con precisión la tarde célebre de Romero con los seis toros de su ganadería. Este Urquijo, con hechuras y formas de señor, estuvo de verdad en la corrida y no habla de oídas. Es auténtico, como los mostradores de Peyré. De vez en cuando se topa uno con fachadas originales, mobiliario antiguo de verdad y señores auténticos. Y es una delicia.
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