
La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El encanto de las prohibiciones en Sevilla
No es ningún secreto que Moncloa, el Psoe y los medios afines al sanchismo, tienen entre ceja y ceja a Isabel Díaz Ayuso. No solo porque aspiran a recuperar algún día la que fue joya de la corona socialista, sino porque ven en Ayuso a una rival que quita votos a Vox y da votos a Feijóo. La pelea ha alcanzado tintes tan esperpénticos en ocasiones, que provoca auténtico morbo. Ayuso es animal político que, por su forma de defenderse, ha logrado protagonismo más allá del territorio madrileño. Su punto débil es su pareja, con problemas fiscales que se han convertido en pieza clave del debate entre Ayuso y Gobierno, porque sabe bien Moncloa que minando la imagen de Alberto González Contador mina la de Ayuso. El asunto está judicializado y a los tribunales corresponde pronunciarse. En lo político, la situación se ha ampliado a muy diferentes escenarios.
Hace dos años, en la celebración del 2 de mayo, Ayuso no invitó al entonces ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, que decidió entonces acudir como acompañante de la ministra Margarita Robles. No contento, aunque se le había hecho sitio en la primera fila del acto oficial, se empeñó en subir a la tribuna ante la que desfilaba una compañía militar. Le cortó el paso la directora de protocolo, imagen reproducida hasta la saciedad. Presidieron el acto, como correspondía, la ministra de Defensa, Ayuso y la autoridad militar competente. Tras meses de escaramuzas, el Gobierno ha prohibido la parada militar, que se celebraba en tiempos de la República, no durante el franquismo, y se recuperó en democracia. Hasta ahora. Ayuso sugirió varias alternativas, pero ha pinchado en hueso: Moncloa no lo permite.
Nuevo capítulo. Ante la prohibición del desfile, Ayuso ha anunciado que no invitará a la celebración del 2 de mayo a ningún miembro del Gobierno central, ni tampoco al delegado del Gobierno. Moncloa no ha tardado en responder. La presidenta había sido invitada por la alcaldesa de Alcobendas a presidir el acto de Jura de Bandera organizado para que juren los ciudadanos que deseen hacerlo. Ayuso aceptó. Defensa no ha autorizado que Ayuso presidiera el acto, debía hacerlo un militar. Ayuso ha anunciado que piensa participar en cualquier caso puesto que ha sido invitada, y además quiere jurar bandera.
¿Quién tiene razón? Probablemente todos y ninguno. Efectivamente las autoridades pueden invitar a quienes quieran a sus celebraciones, Bolaños se extralimitó queriendo subir a una tribuna en la que no estaba autorizado a estar y un acto militar debe presidirlo una autoridad militar. Pero es inadmisible que un Gobierno castigue a los madrileños al prohibir una parada que, desde que hay democracia, conmemora el 2 de mayo. Día del levantamiento del pueblo contra los franceses. La tensión entre Gobierno central y madrileño es noticia permanente. Se ha convertido en una tensión morbosa, en la que –para pesar de los monclovitas– Ayuso se mueve con más soltura. Entre otras razones, porque debería ser el eslabón más débil… pero sabe defenderse.
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