¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
El clarete y La Roldana
La aldaba
Atención pregunta con altavoz de manifestante en la Plaza Nueva. ¿Nos preocupa la dedicación exclusiva a Sevilla de la concejal Minerva Salas o nos la queremos quitar de en medio a base de incomodarla? Doña Miverva ha entrado en la nueva directiva de la Real Federación Española de Fútbol, un mundillo del que sabe mucho y dicen que le apasiona. Ejerce desde la última remodelación del gobierno de teniente de alcalde de Fondos Europeos, Agenda Urbana, Sostenibilidad y Planes Estratégicos. Es decir, se tiene que aburrir más que uno en primera fila viendo pasar de tres en tres a todos los penitentes de Los Estudiantes. De eso se trataba: de enseñarle la puerta de salida. El problema, si lo hay, no es que doña Minerva tenga duplicidad de tareas, pues no será la primera concejal que asuma importantes funciones extramunicipales, sino que la federación no ha perdido el tufo que despide desde hace años. No parece el mejor momento para que una política en activo entre en un organismo tan cuestionado y donde el aire fresco no termina de encontrar el hueco para ventilar los despachos. Pero allá la diosa del gobierno local. El alcalde Oseluí no ve la hora de deshacerse de ella. Y empuja, el alcalde empuja, vaya si achucha... ¡Qué duro con las espigas! En eso sacaría sobresaliente en transparencia. ¡Y cómo aguanta Minerva! Menudo duelo se baten el uno y la otra.
La gerente del Real Alcázar, Ana Jáuregui, es decana del Colegio Oficial de Graduados e Ingenieros Técnicos Industriales de Sevilla y vicepresidenta del Consejo General de la Ingeniería Técnica Industrial de España. Por cierto, que ya era decana del colegio cuando dio el paso en 2019 para ser concejal independiente en la lista del PP, ¿recuerdan? No será que el Alcázar no exige una dedicación con marcada intensidad por los problemas derivados de una plantilla que hace años que se quedó escuálida para el nivel de uso del monumento. Mucho peor a la hora de distraerse del objetivo principal que es Sevilla resultó la suma de cargos que asumió el mismísimo alcalde Zoido cuando además de dirigir la ciudad tuvo que lidiar con la presidencia de la Federación Española de Municipios y nada menos que con la del PP andaluz, que el hombre no veía la hora de librarse del mochuelo de la calle San Fernando. ¡La de veces que le pidió a Rajoy ser sustituido! ¿Y qué me dicen del concejal José Luis Vargas, independiente por el PP, que tuvo que dimitir a los pocos meses de las elecciones de 2015 por la confusión entre sus proyectos como arquitecto y su puesto de concejal de la oposición con asiento en el comité ejecutivo de la Gerencia de Urbanismo? El caso de compatibilidad mejor gestionada en el PP fue el del concejal Manuel García, quien durante un tiempo ejerció de edil en la Plaza Nueva y de diputado mayor gobierno de la Macarena, que eso sí que consume tiempo y energía. Y le salió todo de dulce. ¿A quién le pidió la compatibilidad? ¿Al Ayuntamiento? No, al Arzobispado.
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