
La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La zona militar es la mejor de la Plaza de España
Santa Teresa decía de la imaginación que es la loca de la casa. De la Historia podríamos decir que es la majara. Una disciplina sin la que no se entiende lo que somos y que sin embargo ha dado lugar a distorsiones semánticas como memoria histórica o novela histórica. Con la salvedad de que la primera es un veneno que se vende sin antídotos y la segunda unos simples polvos pica-pica como los de la canción de Hombres G.
A los paladines de la llamada Memoria Democrática no les va a gustar la novela de Andrés Trapiello Me piden que regrese, una historia deliciosa que se lee como un Casablanca en la posguerra española. Si una novela tiene una tesis, no ha funcionado como novela. Otra cosa distinta es que el protagonista de la historia haga una afirmación que a esos comisarios de lo políticamente correcto les habrá puesto los pelos como escarpias: “Sin 1934 igual no habría habido 1936”.
Me piden que regrese es muchas cosas, pero la fundamental una historia de amor entre las dos Españas, entre Benjamín Cortés, que ha vuelto del exilio con pasaporte norteamericano, y Sol Neville, prima hermana del cineasta Edgar Neville y mujer muy cercana a los cenáculos de Franco.
Esta novela de Trapiello está precedida de las más de mil páginas que el autor dedicó a Madrid con dos libros que también editó Destino, uno titulado Madrid, donde la ciudad, con el aliento galdosiano de Fortunata, es el gran protagonista, la ciudad a la que el autor llega en 1975, el año de las conmemoraciones; el otro, Madrid 1945, con el subtítulo La noche de los Cuatro Caminos: una investigación periodística e historiográfica, entre Margarita Landis y Paul Preston, del ataque comunista a un cuartel de Falange de Cuatro Caminos.
La búsqueda de los autores del atentado es el decorado principal de la novela de Trapiello. Una historia en la que Franco es un personaje propio de La escopeta nacional de Berlanga. Un verdugo salvado por su víctima en una cacería hilarante. Escribe Trapiello que Franco, austero y frugal, sólo le hacía concesiones a la gula en las migas con chocolate.
Trapiello forma parte junto a Pérez-Reverte e ilustres precedentes como Unamuno, Ortega o Chaves Nogales de “esa renovada entelequia de la tercera España”. Así los llama el coordinador del Grupo de Investigación Bibliográfica de Amesde (Asociación para la Memoria Social y Democrática), que anualmente escrutan y analizan los libros que aparecen sobre la República, la guerra y la posguerra. Y que por supuesto jamás admitirían la premisa de que sin 34 tal vez no habría habido 36. Todas las Reconquistas empiezan en Asturias. O, como Trapiello pone en boca de su protagonista, que “los brigadistas internacionales fueron como los moros del otro lado”. No todos serían como el de la Brigada Lincoln que Cernuda encuentra en una lectura pública en 1961 y al que le dedica su poema 1936. Una trilogía de Madrid: un mapa de palabras, un ensayo y una novela. Casi mil quinientas páginas que empiezan con Galdós y terminan con Baroja. Sin 98 tampoco habría habido 27. En España se nos dan muy mal las Matemáticas pero nos encantan los números.
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