Bajo la mesa

Llevamos meses con tanto ruido de fondo que ya no sabemos escuchar ni nos interesa. Estamos asqueados

03 de junio 2024 - 00:45

Estamos saturados y ya ha quedado dicho casi todo, bueno y malo, por unos y otros. Es un periodo en el que nada escandaliza, pero todo produce falsos aspavientos. Llevamos meses con tanto ruido de fondo que ya no sabemos escuchar ni nos interesa. Dicen que estamos polarizados cuando en verdad estamos hartos. Asqueados. Todo ocurre bajo la mesa.

Días de crisis diplomáticas en manos de un ministro torpe, alumno repelente al que dejan al cargo de una clase rebelde cuando el profesor se va de mentira. Nos llevan una y otra vez a las urnas para después barajar los resultados a conveniencia y hacer de su capa un sayo con alianzas imposibles a izquierda y derecha.

Quedará de este tiempo la ley más polémica de cuantas se han aprobado en nuestra democracia parlamentaria. Polémica por su falta de respaldo, por su contenido equilibrista, por su perversa finalidad, por sus prófugos destinatarios. Por la debilidad del Gobierno que la ha impuesto en beneficio propio. Polémica hasta por la extraña suspensión de su entrada en vigor pues, de momento, aguarda en un cajón a la espera de la preceptiva publicación en el BOE o de escondidas negociaciones. Polémica por la sed insaciable de sus beneficiados que siempre piden más y más y más pero mucho más.

No ocurre sólo en España. Arrastran las democracias del mundo un cansancio, un escepticismo, una debilidad, unos líderes atroces, una deriva decadente de malos presagios que asusta justo ahora que lo dábamos todo por sentado en el menos malo de los sistemas posibles. Hacen elegir entre un loco condenado y un gagá, entre un disparate y otro. El votante, dócil, frívolo e infantilizado siente el engaño y tiene la misma sensación que cuando prueba el algodón de feria, que por bonito, delicado y rosa que sea, su textura es arenosa, su gusto empalagoso y, a su tacto pringa, es desagradable. Se termina conformando con que no manche ni haga daño, ese es el listón último.

Cuando leo algo de historia tanto o más que el personaje relevante de tal o cual época pienso en la población, en qué pudo ocurrir para que se viera arrastrada a una situación tan horrible, por qué no la vieron venir o por qué no hicieron nada para impedirlo, por qué simulaban estar mejor de lo que estaban, por qué miraban para otro lado justo cuando más falta hacía estar atento. La historia también es el hoy. Por favor pregúntense qué podemos hacer y hagámoslo.

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