De mercados, derribos y abandonos

06 de octubre 2024 - 03:10

El Ayuntamiento de Sevilla ha manifestado siempre, bajo la dictadura o en democracia, una rara habilidad para dejar que los edificios se pudran durante décadas hasta que no queda más remedio que derribarlos. Sucedió con el mercado de la Encarnación y está sucediendo con el de la Puerta de la Carne. El caso del de la Encarnación fue ejemplar. Primero lo dejaron pudrirse en vida hasta que los mismos munícipes que no hicieron nada por impedir su degradación, salvo empeorarla con groseros parches, decidieron en 1973 que no había más remedio que tirarlo. Después, con esa encomiable facilidad para mirar hacia otro lado que distingue a nuestros regidores, los puestos se trasladaron a otros mercados y a una “instalación provisional” en la que, dando un nuevo sentido a la palabra provisional que la Real Academia no ha recogido en su diccionario, permanecieron más de tres décadas. Los mismos años que estuvo el solar baldío que antes había ocupado el mercado derribado. Al final se solucionó de la peor y más cara manera posible, con las setas que se inauguraron en 2010, 37 años después del derribo del espléndido edificio diseñado en 1842 por Melchor Cano, que hasta 1950 llegaba desde Regina a Puente y Pellón.

Algo parecido sucede con el mercado de la Puerta de la Carne, que lleva 25 años cerrado, un importante edificio construido entre 1926 y 1929 que, según la Fundación Docomomo Ibérico, dedicada a inventariar y proteger el patrimonio arquitectónico del Movimiento Moderno, “es un temprano proyecto de arquitectura racionalista en España, pionero en Sevilla, junto al edificio de la Auto Ibérica en calle Sierpes, resultado de un concurso convocado a tal efecto y ganado por Lupiáñez y Gómez Millán”. El malogrado Gabriel Lupiáñez (1899-1942) fue un importante representante del Movimiento Moderno a quien también se deben –en colaboración con Rafael Arévalo– el “Cabo Persianas”, el Instituto Anatómico, el edificio de la esquina de Correduría con Joaquín Costa o el cine Florida, su última obra, recientemente derribado tras décadas de abandono, manteniéndose solo la fachada.

Ahora la Diputación le ha hecho una opa hostil patrimonial al Ayuntamiento: una cesión por 50 años a cambio de su restauración. El mercado lleva 25 años cerrado y ha necesitado varias intervenciones de urgencia. Esperemos que no se dilate todo hasta que no quede más remedio que derribarlo.

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