El mercado de la Puerta de la Carne, un edificio muerto... de risa

Nuestro admirado Alfonso Jiménez sostiene que Sevilla es una ciudad que asume como propias las barbaridades con una gran naturalidad. Nos acostumbramos rápido a ellas. Miren el ejemplo de las Setas en la Plaza de la Encarnación. Son nuestras Setas , se acabó el debate sobre si se pudieron levantar en otro sitio. Todos a presumir de ellas, todos a elogiar que han servido para revitalizar el sector norte del centro histórico y, sobre todo, todos a explicarles a los turistas desorientados cómo se llega hasta ellas. No se hable más hasta la siguiente barbaridad, que cuando se edifique diremos aquello de los progenitores responsables: "A su casa viene". Previamente nos tragamos religiosamente el solar de la Encarnación con la suciedad, el abandono evidente y una cofradía de ratas a las que solo faltaba la banda de música. Aquí asumimos las nuevas barbaridades y convivimos con las que nos vienen dadas, caso del antiguo Mercado de la Puerta de la Carne, el que se levanta desde 1930 junto al precioso puente de San Bernardo. ¿Recuerdan la de años que lleva cerrado y cogiendo mugre?

El alcalde Oseluí espera recuperar antes de las próximas elecciones municipales uno de los "más emblemáticos espacios industriales y comerciales de principios del siglo XX". Quiere que el antiguo mercado sea la sede de Momo-Tech, un centro de interpretación industrial centrado en el sector del metal. Uno se agarra donde puede cuando oye o lee estas cosas. Deseamos que todo sea como se ha anunciado. Conste en acta. En esta ocasión el Ayuntamiento va de la mano de la Cámara de Comercio y la Federación de Empresarios del Metal. Andamos curados de espanto por lo que se han reído de nosotros. El Ayuntamiento ya licitó en noviembre de 2013 la reconversión del edificio en mercado gourmet, una sala multiusos y una galería comercial de 300 metros cuadrados, todo lo cual una vez descartado el aparcamiento subterráneo previsto en principio. Ni hubo estacionamiento, ni gourmet, ni nada de nada. También el alcalde Zoido nos vendió el edificio como el futuro Pompidou sevillano. Ay, qué risa. Sufrimos hasta agujetas de las carcajadas. Por no llorar, claro. El Pompidou se lo llevó Málaga porque el alcalde Francisco de la Torre trabajo más y lo hizo con más discreción. No es que seamos desconfiados por naturaleza, es que nos falta papel para apuntar la cantidad de chorradas que se han dicho sobre este edificio que cumple 25 años de abandono sin que nadie organice una procesión. ¡Vamos ahora con ilusión renovada con el Momo-Tech que suena la mar de bien! Ojalá salvemos la única e interesante muestra de arquitectura racionalista de la primera mitad del siglo XX en Sevilla.