¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
Sevilla/La influencer anunció su llegada a la Casa de Pilatos, monumento que quería visitar gratis. El problema es que nadie la conocía. La primera respuesta fue una cura de humildad en toda regla. La señora, efectivamente, se presentó en la recepción acompañado por un verdadero séquito de seguridad y otros colaboradores. Seguían sin conocerla, lo que no deja de ser en muchos casos un verdadero ejemplo de salud mental. De pronto sacó unos papeles que eran una suerte de contrato. El ofrecimiento era similar al siguiente: “Tengo casi treinta millones de seguidores. Puedo poner un mensaje sobre mi presencia aquí por diez mil euros”. Recibió nones. Al final visitó la Casa de Pilatos como una turista más. Pero dejó esa sensación desagradable del que llega irrumpiendo, dando por hechas ciertas cosas y, cómo no, avasallando. El problema es cuando los aficionados, y a veces no tan aficionados, emplean semejante presión contra un restaurante de moda, donde exigen comer de gorra, cobrar por un par de tuits favorables o, si no son satisfechas sus exigencias, arremeter contra el establecimiento para crearle un verdadero problema de reputación digital.
En la Casa de Pilatos los cuentan por siglos. Pasaron de la señora con la sencillez y la naturalidad de quienes no se dejan impresionar con facilidad. Tal vez en este caso la ignorancia sobre estos modos de trabajo emergentes ha tenido el efecto de un blindaje. No necesitar de ellos es sin duda una muestra de independencia. Cuando se llega así a los sitios es porque la fórmula funciona. Y muchas veces.
No sabemos hasta qué punto estos ídolos tendrán los pies de barro. Sólo el tiempo lo dirá.En España pasamos en su día de admirar a los toreros a hacerlo con los futbolistas, que ya sabemos de su corta carrera profesional. Cuánto dura una influencer es la duda que nos queda. Dar por hecho que todo el mundo quiere y necesita un mensaje tuyo en una red social da una idea de la cultura de marca que impera, ya sea para las ciudades, monumentos, acontecimientos y personajes. El impacto a corto plazo es muy atractivo, pero a veces conviene no perder ni la mesura ni calma. Nos marean con unas cifras y cálculos que muchas veces, en un mundo globalizado, no generan beneficios para un lugar específico, sino para grandes multinacionales. No sabemos si la influencer supo sacarle todo el jugo a su visita a la Casa de Pilatos. La guasa llevó a algunos a considerar si en realidad creía que era en realidad una casa... de pilates. Se marchó y quedó la paz de siempre.
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