Memoria del Puesto de las Flores

21 de julio 2024 - 03:12

Por donde hoy se accede al aparcamiento del mercado tenía su chiringuito Laureano, un cascarrabias entrañable con una colección de discos de flamenco desde la que la Repompa sostenía cada noche un duelo con Caracol. Se iba de la zambra a los tangos del Piyayo mientras Laureano se sacudía las bromas de una clientela insufrible. Aquello estaba al abrigo de la escalinata de Tagua y allí se juntaba lo mejor de cada casa, desde Manolito Rubio al Gringo pasando por la Simona o un Pali que empezaba a darse a conocer. Cada noche era como si se estuviese en plena Velá y rara era la que Laureano se libraba del guasa que le pedía por teléfono que a ver si se podía poner don Juan Belmonte, recién inaugurada la estatua que realizó Venancio Blanco. “Que se ponga don Juan”, y Laureano bramaba, qué tiempo aquél.

stats